Política

La oficina de carnés de demócratas

Los dirigentes de Podemos son comunistas, bolivarianos, populistas, antisistema y anticapitalistas

Entiendo, aunque no comparto, que todo vale en campaña, pero lo que estamos viviendo en estas elecciones no tiene parangón. Los despropósitos se suceden uno tras otro sin que tengamos tiempo para asombrarnos. La ministra Belarra atacaba a Vox, el tercer partido más importante de nuestro país, acusando a sus dirigentes de filo fascistas y nazis. Esto sería un escándalo en cualquier país serio, pero aquí se puede acusar a alguien de nazi con absoluta impunidad. El nazismo y el comunismo son dos de los sistemas genocidas y liberticidas más despiadados y terribles de la historia.

Es verdad que los segundos han tenido muy buenos «compañeros de viaje» entre los intelectuales, cineastas, periodistas y artistas desde el triunfo de la Revolución Rusa en 1917. La realidad histórica incuestionable es que no ha existido un país donde los comunistas hayan gobernado en solitario que no haya sufrido las mayores atrocidades.

Los términos democracia y comunismo son incompatibles, pero esto lo podemos extender al resto de aditamentos ideológicos del confuso conglomerado de Podemos donde encontramos, además, antisistema y anticapitalistas. El presidente del gobierno aseguró ayer que «la democracia tiene un problema» al normalizar a la ultraderecha. Es más, considera que Vox es una amenaza.

No aplica el mismo criterio a sus socios de Podemos, ERC o Bildu que coinciden en el objetivo de destruir España, aunque por razones diferentes. Sánchez se debería sentir escandalizado porque una ministra de su gobierno acuse de nazis a ciudadanos españoles y que otra, Irene Montero, asegure que «fascismo, nunca más». Es un problema que lleguen estos sufridos luchadores por la democracia, surgidos de familias acomodadas, dispuestos a rescatarnos de su «fascismo imaginario» para llevarnos a la distopia comunista y al chavismo.

Como historiador siempre defiendo, y así lo expreso en clase, que las personas, las instituciones o los países se han de denominar correctamente. Por eso, nunca utilizó visigodos, porque eran godos, o Bizancio, porque era el Imperio Romano de Oriente. A los comunistas los denomino comunistas, porque forman parte del Partido Comunista y se sienten muy orgulloso de ellos. Es lo que sucede con los dirigentes de Podemos que son comunistas, bolivarianos, populistas, antisistema y anticapitalistas. Pueden ser una o todas las definiciones a la vez, aunque lo que sí tengo claro es que no son demócratas. Lo pueden pretender durante algún tiempo, como estrategia para alcanzar el poder, pero la realidad es que admiran a criminales como Lenin, Castro y Chávez.