Elecciones autonómicas

Espíritu burlón

El juego, el chiste, la burla, es la mejor manera de obligar a los políticos a que no se pongan estupendos, que sean educados con los demás y que no inflen la pechera tanto

Lo mejor que puede hacer para protegerse intelectualmente un ser humano en nuestros tiempos es armarse con un poco de sentido del humor. El espíritu burlón combate al espíritu matón, ese ánimo que está impregnando estos días la campaña de las elecciones madrileñas. A los partidos extremistas (aquellos que quieren anunciar el apocalipsis de uno u otro signo para que la gente asustada corra a votarles como salvadores) cabrear a la gente es algo que siempre les da resultado en votos. Detectar ese mecanismo ha sido lo que me ha hecho dedicar mi arte durante toda la vida a combatir tanto a los nazis de derecha como a los nazis de izquierda. Eso, y el saber perfectamente que, si llegaran algún día a gobernar, ambos me perseguirían por mis bromas.

Por eso el juego, el chiste, la burla, es la mejor manera de obligar a los políticos a que no se pongan estupendos, que sean educados con los demás y que no inflen la pechera tanto. Con los juegos de palabras, se puede animar a los de Ciudadanos recordándoles que la palabra «ingenuo» se escribe al fin y al cabo con las mismas letras que «genuino». Cabe también preguntar a los de «Podemos» si en realidad no se llaman «Dopemos» y ese es el tratamiento que quieren darle a nuestras criaturas. A los de Vox bastaría decirles que su nombre significa «voz» en latín y que cada animal tiene su propia voz, desde el rebuzno al canto del ruiseñor, pero que solo el humano añade a la voz la palabra.

Riámonos todos juntos recordándole a Pablo que le queda peor el moñito que la coleta. Señalemos a Rocío Monasterio que, si se empeña en peinarse con el pelo tan estirado hacia atrás, debería no perder de vista que, cuando Dios nos pegó las orejas al cráneo, demostró ser omnipotente para muchas cosas pero no para el bricolaje. No desearía que ahora, cuando salgan en televisión, no pudieran ustedes quitarle el ojo a la forma cárnica de los pabellones auditivos de nuestros candidatos. Pero recordémosles a todos que, cuando se indignan, se les pone cara de supervillanos de película.