Política
Casado, no pierdas esta oportunidad
Siempre he pensado que Casado será el siguiente presidente del Gobierno. Antes seguramente confundía mis deseos con la realidad, ahora intuyo que la realidad empieza a sorpassar mis deseos. La pandemia y la pedazo de crisis se van a llevar por delante a la mayor parte de los primeros ministros europeos, como se fumigó de un plumazo a Trump. Y no creo que el inempeorable Sánchez sea la excepción que confirma la regla. Sólo hay tres dirigentes que han convertido el problemón en oportunidad: Netanyahu, que no escatimó dinero para vacunar a velocidades supersónicas; su homólogo sueco, Löfven, y Díaz Ayuso. Los dos últimos proceden de ámbitos ideológicos antagónicos, él es un socialdemócrata estilo Olof Palme, ella una liberal de manual, pero comparten modus operandi: la compatibilización de economía y salud. Nuestra compatriota salió hace apenas 80 horas por la puerta grande con una política basada en una fiscalidad razonable, una sanidad solvente, una educación de primer nivel europeo y, como digo, un virtuoso ejercicio de equilibrismo entre jibarización de la pandemia y crecimiento del PIB que ha disparado las dosis de libertad individual de sus administrados. Su labor ha estado presidida por una maravillosamente insultante ausencia de complejos. Frente al PP marianista y parte del aznarista, que se caracterizaron por vivir pidiendo perdón a la izquierda, el ayusismo se ha distinguido por hacer frente al pensamiento único con argumentos y cero complejitis. La presidenta que para sí quisieran catalanes, baleares, valencianos, aragoneses y tantos otros españoles, se descongojaba del sambenito «fascista» que PSOE, Podemos y sus periodistas de cámara le endosaron. Otra, otro u otre baranda de centroderecha se hubiera hecho pis. Como el tiro les ha salido por la culata, el Frente Popular, desesperaíto como está, se ha lanzado a la ardua tarea de intentar dividir a la derecha para vencerla enfrentando a Casado con Ayuso. Los muy imbéciles olvidan que quien apostó por ella, contra todo y contra todos, fue el presidente del PP. Y el destino, la providencia o lo que carajo sea ha premiado a la una con dos años más, o los que le dé la gana, y al otro con una oportunidad histórica en medio de un partido que hasta hace bien poco perdía 3-0. Pero el marrullero Sántxez volverá a birlarle el campeonato si se traga el cuento chino ese que va pregonando la izquierda como alma en pena: «El resto de España no es como Madrid». O esa otra milonga de que el triple KO de Ayuso –Sánchez, PSOE e Iglesias– no cambia el ciclo político. La receta del PP más mayoritario, el de Aznar de 2000, vuelve a estar vigente: gestión, mucha gestión, la mejor gestión, principios, valores y una actuación económica mayúscula. Si quiere reconquistar Moncloa, ha de jubilar a esos asesores acomplejados y/o izquierdistas que le inducen a cometer errores cósmicos. A saber: hablar de Vox como si fuera Podemos, culpar a Abascal de «manchar el tributo de sangre» de los populares asesinados por ETA, censurar la actuación de Rajoy el 1-O o fichar filoindependentistas en País Vasco y Cataluña. Ayuso no ha arrasado por pasar de Vox sino por respetarlo y, esencialmente, por volver a los principios frente a los torquemadas del otro lado del tablero político. Pablo, lo tienes a huevo. El camino está muy claro. No nos falles.
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