Política

Más España en una nueva Europa

¿Qué puede aportar España al futuro de la Unión Europea si no tiene claro ni su propio futuro?

Hay algunos países en el escenario internacional que invierten mucho esfuerzo diplomático y mucho dinero en que las cosas vayan de una determinada forma de acuerdo con sus intereses. Es conocida la frase que sigue usando la diplomacia británica después de 150 años: «Gran Bretaña no tiene aliados eternos ni enemigos perpetuos. Tenemos intereses eternos y perpetuos y nuestra obligación es vigilarlos» Henry J. Temple, Lord Palmerston, Primer Ministro (1852-1855).

Con el fin del Imperio Británico tras la declaración de Londres de 1949, el Reino Unido trató de influir en su entorno próximo y lejano usando muchas herramientas, en particular el idioma inglés. Esto es evidente para muchos, pero sin embargo en España es poco valorada la capacidad que tendría el español como herramienta similar si hubiera sido utilizada de esa forma a partir de 1898, lengua común y hermanamiento en lugar de enfrentamiento debería haber sido la norma entonces.

Sin duda encontramos países que intentan moldear el mundo a su conveniencia y para ello analizan lo que sucede mucho más lejos de sus fronteras, con perspectiva estratégica, a largo plazo y con élites políticas, empresariales, diplomáticas muy bien formadas y dejando de lado las ideologías que presiden los partidos políticos, los parlamentos y algunos gobiernos.

No se puede entender lo que pasa en el mundo si no conocemos la historia y la geografía, si no sabemos nada de la historia y la geografía del mundo y de la nación a la que pertenecemos, si no nos importa qué pasó, dónde, por qué y sus consecuencias. Nos ensimismamos con nuestro terruño cercano, con lo que creemos son nuestras cuitas, sin mirar más allá. Países que forman a sus ciudadanos no en ideologías, algunas caducas y decimonónicas, no en historias manipuladas, para tener votos cautivos, sino en ciudadanos libre pensadores, con espíritu crítico, con pensamiento y perspectiva a larga distancia y a largo plazo, tienen todas las de ganar.

Espíritu crítico, es decir preguntarse todo, sobre todo y libre pensamiento, es decir libertad de pensar, de sentir, de expresar, de decidir y además, claro, herramientas, capacidades que sirvan para manejarse bien en un mundo esclavizado por la alta tecnología son clave para que una sociedad, una nación mantenga su independencia y su influencia ahora y en el futuro.

La mayoría de los gobiernos españoles en las últimas décadas se han caracterizado por un provincianismo que desconcierta a propios y extraños. Esa postura de una España, sin ambición, que se debate entre la lucha por la influencia entre diecisiete comunidades o regiones, que cada día tienen más poder, deja perpleja a la UE y se manifiesta en el nulo interés del gobierno, instituciones, sociedad civil y ciudadanos españoles por la iniciativa de la Conferencia sobre el «Futuro de Europa» que arrancó el 9 de mayo de este año en el seno de la Unión Europea y que requiere de la participación activa de ciudadanos e instituciones nacionales con objeto de recabar ideas para, nada menos, que «la reforma de la Unión», el informe final deberá estar presentado en un año.

Después de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, España pasa a ocupar por su economía el cuarto puesto en importancia. Sin embargo, países como Polonia, Países Bajos y Suecia, principalmente, tienen más influencia que España en la Unión que queda relegada a una zona gris en la que otros socios, cercanos a la decena, ven con mucho recelo como en España, oculto bajo una terminología diferente (Unidas Podemos, Izquierda Unida, Mas Madrid u otros similares) aparece el Comunismo rancio y decimonónico que tanto sufrimiento les creó en el siglo XX. Seguramente habrán tenido la curiosidad de mirar las papeletas de los partidos que se presentan a elecciones nacionales, autonómicas y locales en España y habrán comprobado, con estupor, el número de «franquicias» del Partido Comunista que aparecen, para todos los gustos. Caso único en Europa.

No puedo imaginar cuáles podrían ser las propuestas españolas que llegaran a Bruselas sobre el futuro de la Unión Europea, si en España actualmente se pone en tela de juicio todo el entramado que nos proporciona más de 40 años de estabilidad y prosperidad, empezando por la nación, la soberanía, el Estado, la forma de gobierno, los símbolos nacionales, la más increíble historia jamás contada y que se extendió 300 años, y la propia Constitución que a base de estirarla está a punto de resquebrajarse. ¿Qué puede aportar España al futuro de la Unión Europea si no tiene claro ni su propio futuro?

Algunos dicen que nos falta ambición, nos faltan ideas, yo creo que nos falta creer en nosotros mismos, en lo que fuimos, creer en una nación que deslumbró al mundo con todo lo que aportó en todos los órdenes. Yo creo que lo que nos hace falta es hacer más España para poder aportar algo coherente en una renovada Europa.