Opinión

El autoritarismo contra Vox

Es la constatación de que no hay política exterior sino populismo

La decisión de la delegación del gobierno en Ceuta de impedir un acto del líder del tercer partido más importante de España es inquietante. Y lo es en mayor medida cuando el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía mantuvo la prohibición ratificando la decisión de un órgano político que actúa de forma inequívocamente partidista. No comparto la necesidad de Abascal de hacer un mitin en este momento concreto, pero sí defiendo su derecho a convocarlo. Es muy grave que un apéndice del gobierno decida impedir el ejercicio de un derecho fundamental por criterios de simple oportunidad política.

Me parece muy endeble el argumento de que suponía «un riesgo para la seguridad ciudadana, dada la actual situación de nuestra ciudad», porque es habilitante para casi cualquier circunstancia y lugar. Por supuesto, los periodistas progres aplaudieron con gran fervor la decisión y la izquierda política manifestó su alegría y satisfacción. La obligación del gobierno era garantizar que Abascal pudiera hacer ese acto público. La delegación no se hubiera comportado igual si se tratara del PSOE, Podemos, los bilduetarras o los independentistas. Lo sucedido es una muestra de la preocupación que tiene el gobierno por la crisis que ha provocado con Marruecos.

Esta pintoresca doctrina del «riesgo para la seguridad ciudadana» la podrán aplicar en Cataluña para que los partidos constitucionalistas de centro derecha no puedan hacer actos públicos, no sea que puedan molestar o incomodar a los socios del gobierno. Al igual que sucedió en el periodo de entreguerras, bastará con que los partidos antisistema o que quieren destruir España tengan sus «milicias» para amedrentar a los discrepantes con su única presencia o anuncio de ella en los mítines o conferencias que celebren. Las asociaciones musulmanas anunciaron que iban a boicotear el acto de Abascal y la delegación del Gobierno se sometió, porque le interesaba a la izquierda.

La responsabilidad de lo que está sucediendo es solo de quien ha provocado la crisis. No ha sido Marruecos, que ha visto como un aliado preferente actuaba con inexplicable deslealtad, y no es de Vox, que tiene unas posiciones que puede expresarlas, se compartan o no, sin que se impida el derecho de reunión. El gobierno socialista comunista acabará cediendo ante Marruecos, porque no puede aguantar el pulso mucho tiempo y veremos cómo la izquierda política y mediática aplaudirá o mirará en otra dirección. Esta sistemática incoherencia es lo más irritante, porque es la constatación de que no hay política exterior sino populismo.