Pedro Sánchez
Indúlteme
Sánchez hará algo peor que entregar Ceuta y Melilla al orondo Rey de Marruecos
Una vez en un duermevela fui un toro de esos que abandonan la plaza vivos de tan buenos que son. Indúlteme, le dije al presidente. Supongo que tendría un ataque de cuernos o me pesaba la conciencia. No me arrepentía de nada, pero salí de allí camino de la dehesa en medio del gentío. En el centro del ruedo se planta ahora Pedro Sánchez con la muleta en la mano izquierda. El matador no se conforma con atraer el peligro sino que hasta se pone de rodillas el tío, con un par. Dibuja cada faena mientras el público le aplaude y lanza al viento sus pañuelos blancos. Parece un chiste satírico del vetusto Ruedo Ibérico porque Sánchez no gasta figura ni se presta a un apodo sonoro. El Niño de Moncloa no suena bien. Casa mejor con un bombero torero que viene a apagar un fuego de risa, un incendio falso, la mayor mentira jamás toreada. España está en la barrera viendo cómo termina la faena un maletilla que quiere ser figura histórica. Hace tiempo que no hay corridas de toros en Cataluña, de ahí la pantomima y el desastre. Cuando suenen los clarines los políticos presos serán libres y creerán que se ha hecho justicia que es como llegar a la final de la isla de las tentaciones tras poner los cuernos ante el respetable. Sánchez hará algo peor que entregar Ceuta y Melilla al orondo rey de Marruecos, saltará la valla catalana para ampliar el efecto llamada, otro ladrillo en el muro que los separará del resto de España. Aún así, lo peor de todo es que no saldrá por la puerta grande para ningún tendido. Los de sol creen que se lo deben y que no tiene atributos y los de sombra lo tildarán de traidor y trilero. Peor aún, la mayoría se fumará un puro porque lo que ansía el común es sentarse en una terraza de verano pero no protestar por causas perdidas. Eran las cinco de la tarde en todo el mundo, como dijo Lola Flores exagerando a Lorca. El tiempo se parará este verano y Sánchez, como en un anuncio de teletienda, nos venderá, como ya anticipa el ministro de Justicia, algo natural cuando lo que hay es política de bote. La Justicia es un aguador que luego el Gobierno convierte en sed. Para cuando entre a matar lo que queda de España a nuestro ser de luz solo le quedará indultar a Rocío Carrasco.
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