Política

La remodelación, los indultos y la crisis

«Me gusta recordar que Sánchez no es tonto, sino todo lo contrario y tiene un plan bien diseñado»

Todo indica que Sánchez ha decidido, por fin, remodelar el gobierno e incluso reducir su tamaño. No tengo la más mínima idea del alcance de los cambios y los afectados, pero estoy convencido de que nadie la tiene. Estoy a la espera de que los politólogos sin fuentes e información nos iluminen con su saber circunscrito a lo que leen en los periódicos y los manuales de la carrera. En lo que hace referencia a disminuir el número de poltronas no puedo estar más de acuerdo. El número actual es un auténtico despropósito, pero como es un gobierno de coalición socialista-comunista ha podido contar con la habitual benevolencia mediática. No quiero imaginar qué hubiera sucedido con un presidente del PP. Otra muestra de esta aseveración es la consagración temporal del «plasma» como mecanismo de comunicación presidencial. Los periodistas ya no nos quejamos de las «ruedas de prensa», esta denominación es una ironía, sin preguntas. Con la verdad revelada es suficiente y son escasas las voces que muestran su rechazo. Por supuesto, las organizaciones profesionales están para ayudar. El presidente del gobierno hace bien de aprovecharse y mantener su hoja de ruta, porque todavía hay mucho partido hasta que llegue el momento en que se juegue la continuidad.

El cambio de gobierno es una decisión muy acertada. Hay ministros que están chamuscados y no precisamente por la pandemia o por haber llevado adelante un trabajo agotador. La experiencia profesional me permite asegurar que he conocido mucha gente cansada por no hacer nada, aunque algunos son «profesionales» del teatrillo para engañar al jefe. La estrategia es mover mucho los papeles, «vender» bien lo que se hace y sobre todo estar presente cuando se encuentra en el despacho para marcharse a la carrera cuando lo abandona. Por supuesto, cuando no está se montan reuniones fuera y el teléfono es un medio fantástico para mostrar ese agotamiento. Lo he visto tantas veces que he llegado a un punto en que me resulta hasta divertido. Es un ejercicio habitual en la gestión pública, donde, además, hay funcionarios muy capaces que hacen las labores del político. Las valoraciones de los ministros en las encuestas son muy esclarecedoras, porque reflejan los cambios que debería acometer Sánchez. Otra cosa es que pueda o quiera hacerlo en la intensidad que sería recomendable.

Otro aspecto interesante es eso que ahora se denomina el fin de etapa o de ciclo. En el centro derecha se ha instalado la euforia y sus dirigentes están convencidos de que La Moncloa está a la vuelta de la esquina. Es verdad que los dos años que quedan de legislatura serán duros y complicados, pero todo depende de las crisis económica e institucional una vez constado que le queda poco recorrido a la pandémica gracias a la proliferación de la vacunación. Me gusta recordar que Sánchez no es tonto, sino todo lo contrario y tiene un plan bien diseñado. En primer lugar, está lo que denominan el diálogo institucional para resolver el conflicto catalán, que es solo con los independentistas. Es bueno recordarlo porque muchos catalanes no lo somos y no hemos adquirido la condición de pobres «apátridas» como les gustaría a los de ERC y JxCat. No hay mayor error que ceder ante el independentismo, porque seguirá con su ofensiva hasta su victoria que es la destrucción de España. Estos días estoy leyendo «Los Habsburgo. Soberanos del mundo» del profesor Martyn Rady, editado por Taurus, que resulta muy esclarecedor sobre los problemas de la monarquía dual en el siglo XIX por culpa de los nacionalismos. Estaría bien que Sánchez y otros políticos españoles lo leyeran con interés porque les sería muy útil.

El «diálogo» con el independentismo catalán es muy complicado, porque el grado de descentralización política es enorme y solo cabe una reforma estatutaria que fuera una victoria clara y contundente con el reconocimiento de la nación, el concierto económico, sea este o no el nombre que se utilice, la ampliación competencial blindada para laminar al Tribunal Constitucional, la cesión de la Justicia y los temas referidos a la lengua y la cultura. No creo que el independentismo esté dispuesto a aceptar algo menor como sería más dinero. Esta dualidad entre Cataluña y el resto de España, a la que se sumaría el País Vasco y seguro Navarra, provocaría un choque muy grave como sucedió con el anterior Estatuto. Este progresivo debilitamiento del Estado en beneficio de las fuerzas centrifugadoras solo sirve para ahondar en la crisis institucional. Es lógico que el resto de autonomías no estén dispuestas a permanecer impasibles ante un proceso de estas características. Ahora tendremos que esperar a ver qué sucede en esa mal llamada mesa de diálogo.

La crisis de gobierno será útil para los planes presidenciales y dará una imagen de tardía austeridad con la reducción de carteras. La propaganda siempre es efectiva y le permitirá hablar de una nueva etapa para gestionar la salida de la crisis y la recuperación económica. Este es el talón de Aquiles, porque los datos reales de paro, endeudamiento público y privado, el déficit y el alza de impuestos que vienen supondrán un fuerte desgaste. La clave es la llegada de los fondos europeos y la continuidad de la barra libre del Banco Central Europeo. Hay que ver cómo se afronta la inflación y esperar que la capacidad de reacción de las empresas sea lo bastante intensa para arrastrar la economía a un crecimiento sólido, intenso y continuado.