Opinión
La distopía sanchista
En la fiesta de santo Tomás Moro, patrón de los políticos, autor de la «Utopía», la distopía sanchista se ha hecho realidad con la concesión de sus autoindultos.
Al margen de que le pueda producir o no coste electoral a Sánchez y a su partido –con el prefijo «su» en el más estricto sentido posesivo del término–, y a la vista de que no habrá elecciones en un horizonte inmediato, y que no parece pueda modificarse este pronóstico tras el batacazo histórico de la aventura murciana, es evidente que estos autoindultos ya forman parte de la actual historia de España, que tiende a repetirse cuando los actores que la interpretan son los mismos y carecen de propósito de enmienda.
En el caso que nos ocupa de los «presos políticos», se repite para desgracia de España lo sucedido en los trágicos años de la Segunda República, con el PSOE en manos de aventureros liderados por aquel «Lenin español» tan admirado por sus émulos actuales del PSOE y el Gobierno en el poder.
Oír hablar a Sánchez de «reconciliación y concordia», mientras los «presos políticos» indultados, cual organización criminal en grupo, en la practica se ríen de los españoles, es una indignidad histórica que no puede salir gratis a sus protagonistas. Hace un tiempo los socialistas se atrevieron a hablar de «100 años de honradez» en alusión al PSOE, a lo que se le añadió como respuesta: «Y diez de ayuntamientos». Hoy se les sumará «y tres de Sánchez y sus indultos».
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