Mascarillas

¡Sonríe!

Una nueva etapa se abre ante nosotros. ¡Una sensación de libertad que nos hará sonreír ampliamente!

¿Preparados para vivir una gran experiencia? A partir de mañana nos quitan por fin las mascarillas, ¡al menos en espacios abiertos!

Una nueva etapa se abre ante nosotros. ¡Una sensación de libertad que nos hará sonreír ampliamente!

Pensaréis que estoy exagerando, que este simple hecho no nos va a cambiar la vida, pero puedo asegurar que es verdaderamente liberador, porque lo acabo de vivir en Gotemburgo, la ciudad en la que volví a nacer gracias a una operación llamada oseointegración (muy similar a los implantes dentales pero con un tornillo mayor donde poder anclar una prótesis de brazo o de pierna ya sea el implante en el húmero o en el fémur). Volví a la revisión de los 15 años de mi implante y he podido comprobar que ir por la calle sin mascarilla, es algo glorioso.

Aquí, desde donde escribo, sigo alucinando con la libertad que supone ir a cara descubierta por las calles, sintiendo la brisa y la felicidad de lo cotidiano.

Tengo que confesar que al utilizar el transporte público no pude evitar ponerme la mascarilla, pese a que no estaban los vagones excesivamente masificados, pero creo que este hábito que hemos adquirido con tanta responsabilidad desde hace tantos meses, no es tan fácil desaprender.

Pero en espacios abiertos vamos a experimentar algo tan básico como necesario: nuestra libertad.

Soy fan de esas sustancias químicas llamadas neurotransmisores del placer, vinculadas al optimismo: cuanto más frecuentemente las segregamos, obtendremos mayores dosis con mayor facilidad. Por ejemplo, la oxitocina favorece pensamientos positivos que aportan alegría y energía. Se estimula a través de caricias, besos, abrazos, disfrutando de buena compañía, observando interacciones cariñosas, llenándonos de amor… y también con el sencillo gesto de una sonrisa. Esa que ahora podemos contagiar sin una tela de por medio.

Se trata de generar en nosotros mismos todo aquello que nos sirva para fomentar el bienestar emocional. Y a partir de mañana tenemos más herramientas para ello.

La sonrisa potencia ese bienestar porque el cerebro interpreta que hay algo que te hace sentir bien y libera otro neurotransmisor que también produce placer: la serotonina.

Así que… no queda otra… ¡Sonríe!