Alberto Garzón
El chuletón de Garzón
A Garzón le sobra ideología pijo progre y le falta sensibilidad con los trabajadores y los consumidores
La inexperiencia no es un grado. No lo es en ningún sitio o actividad. Es lo que le sucede a Garzón, que es un ilustre desocupado con rango de ministro. En esta ocasión ha montado un lío monumental con sus ocurrencias en contra del consumo de carne sin importarle los centenares de miles de trabajadores de la cadena alimentaria. A Garzón le sucede lo habitual de los hijos de familias acomodadas a la búsqueda de una revolución para salvar a los proletarios y al planeta. La verdad es que tiene razón y los españoles tenemos que consumir caviar, pescado, gambas, percebes, cigalas, centollos, langostas, bogavantes… que son productos menos agresivos con el medio ambiente. Y debe pensar, además, que es muy poco elegante consumir carne que es un producto muy básico y poco sofisticado. El paladar de Garzón está acostumbrado a los productos más exquisitos. Lo ecológico resulta, además, más chic en el mundo pijo progre. Hay una variedad impresionante de guisantes del Maresme, fresas de Aranjuez, espárragos de los Alpes y de Navarra…. Y si entramos en las frutas exóticas es fantástico. Es lo que tienen que consumir los españoles para cuidar la salud y proteger al planeta.
Lo mejor fue la respuesta del presidente del Gobierno: «A mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible». Un elegante ninguneo para un ministro irrelevante. Estamos ante un alimento de alto valor nutricional, respetando a los que no les guste u opten por otras dietas, pero como todo en la vida es bueno llevar una dieta equilibrada. No conozco a nadie que coma todos los días chuletones. Es mejor no entrar en las leyendas o tópicos sin fundamento contra el consumo de la carne. Lo lamentable es que un ministro se dedique a provocar polémicas artificiales teniendo, además, un enorme desconocimiento sobre la materia. Ha sido divertido recordar que el menú de su boda estuvo formado por bogavante, solomillo, foie y cava. No está nada mal. En esa época no estaba preocupado por la salud y el futuro del planeta. A Garzón le sobra ideología pijo progre y le falta sensibilidad con los trabajadores y los consumidores. No hay que sorprenderse, porque es un comunista de manual y digno heredero de los politburós de la Unión Soviética y sus técnicas de ingeniería social.
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