Reino Unido

En todos los frentes

Reino Unido sigue sin acertar en los contenidos de su política exterior. Los perjuicios que ha traído consigo y que se derivaban en el futuro, con toda seguridad, por el abandono de la Unión Europea se ven agravados por la ausencia de una voluntad clara de cumplir plenamente con lo pactado. El Gobierno de Londres no encuentra acomodo en un espacio hostil fuera del esquema de integración. La cuestión de Irlanda del Norte es un asunto más de los muchos que irán preocupando a las autoridades británicas. Los postulados que sostienen estas autoridades siempre son los mismos y las estrategias no han variado desde el principio. Por un lado, el objetivo no es otro que obtener los mayores beneficios posibles sin que la retirada de la Unión ponga de relieve los graves inconvenientes políticos y económicos que se han generado para Reino Unido. Por otro lado, el Gobierno de Boris Johnson sigue empeñado en utilizar la amenaza de ruptura como una baza para alcanzar sus propósitos, a pesar que después retroceda en sus reivindicaciones. La Unión debe seguir firme en el cumplimiento de los acuerdos y, dentro de lo que exige el pragmatismo en las relaciones internacionales, debe seguir la línea que marca la defensa de los intereses europeos. Reino Unido pretende asentar un Brexit inacabable con el propósito de dulcificar el grave menoscabo que se producirá en su posición política en la escena internacional y, con el tiempo, el deterioro de la situación económica en el país. Lo mejor que pueden hacer los Estados miembros de la Unión es pasar página en las relaciones con Reino Unido en los términos en los que se venían produciendo y, a partir de ahora, continuar colaborando con este país como un socio preferente en función de los intereses comunes y de la pertenencia a un mismo espacio geográfico. Desde luego, no son similares, sino distantes, las visiones de la política exterior a uno y otro lado del Canal de la Mancha.