Política

Montero inaugura el verano

«La ministra quiere servir de ejemplo al contar cómo amamanta a sus hijos»

Irene Montero inaugura el posado ministerial de la misma manera que antaño era Ana Obregón la que daba por inaugurado el verano con sus fotos en biquini. No se abrían las playas hasta que la actriz «sireneara» en las portadas de las revistas. Ahora que los paparazzi husmean una imagen del Ejecutivo en traje de baño, cotiza al alza Escrivá, por ver hasta dónde le tapan las vergüenzas los desmentidos, y Manuel Castells, el hombre en paradero desconocido todo el año, y que de tanto mimetizarse con el entorno para no ser descubierto uno imagina, no sin pesadillas, en una playa nudista, nuestra ministra de Igualdad muestra en sus redes públicas imágenes amamantando a sus hijos en lo que quiere ser un alegato a favor de todas las lactancias, que es como hacer una cata de gazpachos y concluir que todos tienen su aquel, incluido el de Belén Esteban, y la conciliación si bien no hay rastro de Pablo Iglesias. O sea, que la ministra determina, para los que no lo sepan, que a los pequeños se les puede criar, con leche materna o sin ella, extremo este que ha conmovido a toda la comunidad porque hasta ahora pensábamos que los bebés se alimentaban solos. Hacía falta que la ministra contara su propia experiencia para aclararlo por el bien de todas las compañeras mujeres. Montero siempre ha cargado con el estigma de la insignificancia, tal vez por eso de cuando en cuando la política invisible se coloca una cadeneta de bombillas alrededor y una flecha que indica «Estoy aquí» que suena a un grito de auxilio para que alguien le haga caso. Del «Diez minutos» a «Vanity Fair», pasando por «Sálvame», Montero inauguró la era de la política couché cuando Podemos pasaba del morado al rosa e interesaba más las declaraciones sobre su heterosexualidad o quién estaba con quién en el partido antes que sus loas a Cuba. El ministerio de la nada se convierte en un ariete de propaganda que necesita llegar al pueblo ya que este parece no tener mucho interés en acercarse a él. Montero da, pues, por inaugurado el verano político, un género, o más bien un transgénero periodístico, que ansía más cuerpos que almas.