Opinión

¿Un Estado Islámico talibán?

No es descabellado imaginar a Afganistán como nuevo santuario para Daesh

¿Cuál es el origen de los talibanes?

Los talibanes, surgidos al hilo de la ocupación soviética del país, son una conjunción de tribus, unidas por la idea de imponer un emirato en el que se aplique, con toda la fuerza posible, la sharia, la interpretación más rigorista del Islam; y los beneficios del cultivo de la amapola-opio, que no son escasos. Cuando tuvieron el control del país, después de expulsar a los rusos, con la inestimable ayuda de Estados Unidos, impusieron su particular régimen de terror. A las mujeres no se les permitía trabajar ni recibir educación después de los ocho años; no podían ser atendidas por médicos de sexo masculino si no eran acompañadas por un hombre; no eran infrecuentes las flagelaciones en público por cometer algún «pecado» o las lapidaciones, en el caso de ser declaradas adúlteras. La cultura y el espectáculo floreciente en Afganistán tienen ante sí un siniestro futuro, ya que los fundamentalistas prohíben la televisión, la música, el cine, los libros... Es como un viaje al pasado, de siglos.

¿Pueden implantar un nuevo Estado islámico en Asia Central?

La invasión de Estados Unidos, con apoyos internacionales, tras los atentados del 11-S, tenía como objetivo acabar con los santuarios terroristas. Ahora, tras la retirada de ese contingente internacional, el Ejército afgano libra una guerra abierta en la que, en un plazo de poco tiempo, puede situar a los talibanes en Kabul, la capital de Afganistán. Los acuerdos que se habían firmado han saltado por los aires y se ha impuesto la realidad de que estamos ante la nueva implantación del Emirato Islámico (siempre ha existido), con las consecuencias de todo tipo, entre ellas la de que se pueda volver a convertir en base del terrorismo yihadista; la delincuencia internacional organizada; el narcotráfico, todo ello proyectado hacia el exterior. Estados Unidos, que sale hoy precipitadamente del territorio, tras haber asegurado que había formado un ejército capaz de mantener la seguridad en el país, juega un extraño papel que no le corresponde, entre el iluso y el novato, cuando Joe Biden no lleva un año en el poder, con China y Rusia al acecho. La operación para sacer a los suyos del territorio recuerda, con las lógicas diferencias, lo ocurrido en Vietnam.En 1998, el régimen controlaba en torno al 90% del territorio, con excepción de algunas zonas en manos de la llamada Alianza del Norte.

¿Cuál es el balance de 20 años de guerra?

La guerra afgana ha supuesto un alto coste económico y humano, más de 2.400 soldados americanos muertos. Es verdad que EE UU capturó a los principales cabecillas de Al Qaeda en distintas operaciones, entre ellos al cerebros del 11-S, Khalid Sheikh Mohammed, que todavía permanece en Guantánamo; o que acabaron con la vida, en una acción de los Navy Seal, de Osama Bin Laden, 2 de mayo de 2011 en Abbottabad, Pakistán; que el mulá Omar murió en su escondite, sin que pudieran dar con él, pero lo cierto es que esta campaña militar, por su coste humano y económico, se había hecho insoportable. Además, como ha ocurrido en otros conflictos, Washington ha interiorizado que el esfuerzo que realiza nada más que recibe críticas y que, sólo cuando abandonan el terreno los «progres» de turno se dan cuenta de la importancia de contar con los americanos. Ha ocurrido así siempre, incluso después de la II Guerra Mundial, que libró a Europa del nazismo. No es descabellado pensar que se puede convertir en un santuario para Daesh. Vendrán las lamentaciones, pero será tarde.