Opinión
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Para muchos es un trauma volver a la realidad después de unas buenas y variadas vacaciones, siempre pensando que, después de los días vividos, llenos de colores únicos, de sensaciones y de amistades impagables, el paraíso nos va a defraudar el día que toque conocerlo. Pero más bien me arriesgo a pensar que el paraíso o el infierno están aquí, en la tierra, en el planeta que habitamos. Que se lo digan sino a las pobres gentes de Afganistán que mueren a diario bajo tortura y decapitación, con unas técnicas dignas de aquel libro de Daniel Sueiro titulado “La pena de muerte” que tanto me estremeció en su día. La mente retorcida de los humanos ha ideado a lo largo de los tiempos distintas fórmulas para el martirio y el sufrimiento del hombre y los talibán las manejan con maestría, gozando con la sangre y las vísceras de los que alteran el orden impuesto por Alá.
La vuelta a casa me trae estas desdichadas noticias y poco más, ya que el alejamiento de la mesa de trabajo me ha descubierto que agosto no es un mes para estar pendiente de la actualidad y que la divagación es más divertida y anestesiadora, frente a una realidad llena de amargura y desconcierto. Pero no quiero sumirme en la desolación de aquel pueblo ni en los desencadenantes subsiguientes a este desastre de magnitudes que todavía no tenemos calculadas.
En este último fin de semana de agosto, que para muchos supone ya el remate del descanso anual, la gente tiene distintas sensaciones: unos de tristeza por el término de unos días de ocio, otros de estrés por la vuelta al trabajo; sin embargo todo va en función de cómo se asuma la realidad de lo cotidiano. Por ejemplo, están detrás de Julio Iglesias para tratar de averiguar si son ciertas esas especulaciones acerca de su buena o mala salud. Casi parece como que desean una fatal noticia para sacarla en grandes titulares y derribar la figura de un grande de la canción a nivel internacional, lo mismo que lo intentaron con otro sobresaliente como Plácido Domingo por su carácter coqueto y seductor. Julio saca de dudas a las hienas asegurando que su estado de salud “está como tiene que estar a la edad que tiene”. En pocos días cumple 78 exitosos años y le duele la espalda. ¡Claro!, ¿Qué menos? Pero muchos se rigen por aquella máxima que dice “que la realidad no te estropee ningún titular”.
Luego está la movida de los jugadores de futbol. Por un lado Cristiano Ronaldo que cambia de equipo marchándose al Manchester United al tiempo que Mbappé se viene al Madrid, ambos con cifras indecentes de por medio, aunque para indecente la noticia de otro futbolista:”Benjamin Mendy, jugador del Manchester City, en prisión provisional tras ser acusado de cuatro violaciones”. Y mientras sigue subiendo el precio de la electricidad el juez Garzón, Balta para Lola, su amiga entrañable, a la sazón fiscal general del Estado, solicita volver a la judicatura.
CODA. Alguna frase que apunté en estas vacaciones: “La auténtica pandemia es la estupidez de tanta gente”. Y otra “la edad de jubilación es a los 67. La esperanza de vida es a los 78. ¿Trabajar cincuenta años para disfrutar quizá tan sólo 11? Hay que empezar a disfrutar la vida ahora mismo. Nada nos garantiza el mañana”. La última “Hay dos cuestiones que me encajan a la perfección. 1. Pienso por mí misma. 2. No me importa lo que otros piensan de mí”. Esta última la hago mía.
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