Política

Compromisos innecesarios

Concluido el plazo, se ignora cuándo alcanzaremos la inmunidad de grupo

Uno de los ejercicios más habituales y arriesgados en política es el de asumir compromisos ante los ciudadanos. Quien ejerce la labor de oposición siente la tentación de dar por seguras las muchas bondades de las que disfrutaremos el día en que los votantes le concedan el honor de gobernar. Pero la mala costumbre de prometer sin medida no suele tener fin con la llegada al poder.

Pedro Sánchez es muy partidario de comprometerse a sí mismo. Sería adecuado, siempre que se tratara de objetivos cuyo cumplimiento obedeciera en exclusiva a la voluntad del presidente. Pero resulta temerario, cuando alcanzar la meta propuesta no depende por entero de una decisión de Moncloa.

Por ejemplo, hace más de un año, Sánchez nos aseguró en sede parlamentaria que «hemos vencido al virus», pero es evidente que el Sars-cov-2 no está pendiente de los diarios de sesiones de la Cámara para contagiar a la gente.

Hace cuatro meses, el presidente decidió fijar una fecha exacta en la que España alcanzaría la inmunidad de grupo. El diez de mayo nos informó de que faltaban cien días. El once de mayo nos dijo que faltaban 99. El doce de mayo, que faltaban 98. Concluido el plazo, se ignora cuándo alcanzaremos la inmunidad de grupo.

Ahora, en una entrevista con el diario El País, Pedro Sánchez nos promete que cuando acabe 2021 habremos pagado de luz una «cuantía semejante» a la que pagamos en 2018. Y precisó: descontando el efecto del IPC. Primera pregunta: ¿por qué hay que compararse con 2018, que fue el último año con la luz más cara, y no con cualquier otro? Porque en 2018 fue cuando Sánchez llegó al poder, responde la vicepresidenta Teresa Ribera a Susanna Griso en Antena 3. Dejando a un lado que esta explicación no explica nada, volvemos a tener un compromiso del presidente sobre un objetivo cuyo cumplimiento no depende en exclusiva de que Sánchez ponga su firma en un papel. Cuando, además, pagar por la luz lo mismo que en 2018 no supondría un consuelo, sino un tormento para millones de españoles y cientos de miles de empresas.