España

¿Son importantes los abrazos?

«Hay algunos abrazos que van acompañados de una puñalada en la espalda»

Los españoles valoramos mucho la proximidad. Hay sociedades donde no se produce el contacto físico e incluso está muy mal visto cuando te equivocas. Hace años me sucedió con un matrimonio estadounidense muy amigo de mi familia política. Me acerque a besar a la mujer, como es habitual en nuestro país, y la cara de asombro fue esclarecedora. Una vez superado el momento incómodo tuve la oportunidad de hablar con el marido, que era un personaje fascinante. Era un teniente general de los marines y, además, periodista. Me quedé sorprendido cuando añadió que era el presidente del centro de la prensa en Washington. Esto sería impensable en nuestro país. No me refiero a tener un militar que sea colega de profesión, ya que conozco algunos, sino que teniendo un mando tan importante, e incluso sin tenerlo, hubiera sido elegido para un cargo representativo que agrupa a periodistas. Los abrazos han sido siempre algo habitual cuando existe una estrecha amistad. No hay más que ver los políticos en campaña repartiéndolos con gran generosidad. Está aún más extendido dar la mano, por lo que en este periodo pandémico hemos ofrecido el puño, el codo o la mano en el corazón.

Esto no forma parte de nuestra cultura social. Nosotros optamos por el tuteo generalizado mientras que en Francia es inusual. Lo mismo sucede en muchos países hermanos de América que utilizan normalmente el usted. Es verdad que los abrazos son una expresión de afecto que transmite un cariño personal. No es necesario excederse y acabar abrazando los maniquíes en un centro comercial. Entre las leyendas de la política española, no sé si es apócrifa o real, se adjudicaba a un conocido líder haber dado la mano a un maniquí en un comercio de ropa. Es de aquellos casos en los que no importa que sea verdad o mentira, porque es francamente divertido.

He de reconocer que no soy muy aficionado a dar o que me den abrazos, pero entiendo su valor como muestra de afecto y proximidad. Es un gesto claro, aunque hay algunos que van acompañados de una puñalada en la espalda. Los besos, apretones de manos o abrazos no tienen por qué ser sinceros, pero muchos sí lo son. En cualquier caso, he decidido que quiero que regrese la normalidad y no me quejaré de los abrazos.