Política
Los celos de Begoña Gómez
«Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, se une a los fans de Sánchez»
A mí que no me digan, pero la mujer del presidente del Gobierno debe estar algo, digamos, preocupada, por los piropos que recibe su marido. Begoña, querida, los guapos somos así, se nos rifan por la calle sin que nuestras parejas se den cuenta. Si este que le escribe tuviera la estatura de su esposo ya hubiera sido presidente de la comunidad de vecinos. Usted también pertenece a la tribu de los bellos, los elegidos por los dioses, y entre nosotros nos entendemos. Si algo dejó amarrado Iván Redondo, cuya belleza reside en el interior, no hay que dudarlo, aunque no se vea, es la certeza mundial de la galanura española.
Viene todo esto a colación (no de colocado) de la febril muestra de admiración por parte de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, según contamos en este periódico ayer, hacia la persona de nuestro atlético presidente al que solo le reprochó que este otoño haya estrenado traje. Marrón. Pedro, un traje marrón es lo peor que un guapo puede guardar en el armario. Hágame caso. Devuélvalo si aún conserva el ticket de compra. Una vez estuve a punto de comprar uno. Menos mal que Apolo debió cruzarse entre los cables del cerebro y aparté el cáliz del mal gusto. Solo algunos privilegiados, como el príncipe de Gales, o Ryan Gosling si va vestido de Prada, puede permitirse esas osadías. Pero a lo que vamos. Jacinda Ardern, musa de la izquierda caviar, podría ser el enlace perfecto en la crisis con Australia que ha dejado en entredicho a Macron, un falso guapo que quiere vender submarinos por la cara sin percatarse de que la suerte de los feos los guapos la desean. Jacinda agradeció a Sánchez el envío de 250.000 vacunas de Pfizer y ahora se pone de su lado frente a Sidney en la nueva guerra por el control del mundo. No hay nada como entrar por el ojo para conseguir pactos fértiles. Lástima que Biden no sea mujer, o trans, porque otras hubieran sido las noticias llegadas de la visita del presidente a los Estados Unidos. Celebro que Jacinda, con el fulgor de los treintañeros, nos dé una oportunidad de hablar bien un día del hombre que rige nuestros destinos. Begoña, lo dicho.
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