Isabel Díaz Ayuso

El político y la bruja

Según los inquisidores de la izquierda y del actual Gobierno, tampoco se libraría de morir quemada en la plaza pública esa bruja madrileña, presidenta de la Comunidad, que se llama Isabel Díaz Ayuso

Julio Caro Baroja encontraba grandes semejanzas entre los políticos y las brujas, esas oscuras mujeres, sacadas a relucir estos días en el Congreso de los Diputados, que eran condenadas, hasta bien entrado el siglo XVIII, por embusteras y embaucadoras. Según el ilustre antropólogo, tanto al político como a la bruja «se les atribuyen facultades muy superiores a las que en realidad tienen, son igualmente buscados en un momento de ilusión, defraudan de modo paralelo y en última instancia los males de la sociedad se les atribuyen en bloque». Sin ir más lejos, ahora mismo todos los males de España se cargan sobre Pedro Sánchez, bajo la contundente acusación de embustero y embaucador. Pero, en general, si siguiera existiendo la pena de la hoguera, los políticos serían los primeros que arderían hoy en España, empezando por el fugado Puigdemont, que algunos, por si no quedaba clara su intención, llaman «Puigdemonio». Es más, según los inquisidores de la izquierda y del actual Gobierno, tampoco se libraría de morir quemada en la plaza pública esa bruja madrileña, presidenta de la Comunidad, que se llama Isabel Díaz Ayuso.

Esta mujer, con aspecto de inocente actriz de cine mudo, o sea de cuando aún quedaban brujas sueltas, se cargó a Pablo Iglesias, va a por Pedro Sánchez y está poniendo en un brete a su mentor y correligionario Pablo Casado. Despiertan tanta expectación y tantos celos en la convención del partido sus presencias como sus ausencias, sus palabras como sus silencios. A nadie deja indiferente. En poco tiempo se ha convertido, dentro y fuera de España, en la política española más popular y relevante. Hasta el punto de que no faltan los que defienden bajo cuerda que sea ella el cartel del PP en las próximas elecciones, convencidos de que es la única capaz, puede que por arte de brujería, de reagrupar a las fuerzas de centro-derecha, incluida Vox, y de arrasar en las urnas. De ahí la persistente utilización del «caso Ayuso», agrandando las desavenencias internas, por parte del Gobierno «progresista» y sus terminales. Lo peor es que no faltan zascandiles en el PP que favorecen en los medios, a la sombra del anonimato, esas supuestas desavenencias, dando cuartos al pregonero. Pasó con UCD y sigue pasando. En «Los Baroja» constata don Julio Caro: «La verdad es que no hay elemento más contradictorio y equívoco que la llamada derecha española». Cosa de brujas.