Precio de la luz
El presidente eléctrico
Un ministro dice que hay que comer menos carne y Sánchez mete los dedos en el enchufe
Me gustaría conocer la factura de la luz de La Moncloa, tal vez el presidente del Gobierno no ha pedido el recibo, que paga el Estado, y no anda detrás de Begoña para que apague la bombilla del vestidor que se ha dejado encendida. El síndrome de vivir aislado en una isla (toco madera) también ha poseído a Pedro Sánchez, que no siente los problemas reales aunque enganche eslóganes como «que nadie se quede atrás». Izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un, dos, tres. Recuerda a Teresa Rabal cuando intentaba hacernos felices. ¿Qué nadie se quede atrás de quién? Todos estamos atrás. Pedro Sánchez es el único que va por delante, un hombre de otro mundo, desapegado de los problemas digamos reales, pero con una solución entre los labios que no pasa de ahí. A los españoles nos cuesta cada vez más soportar el dineral de productos diríase básicos. En la oposición se hablaba de pobreza energética, cuando se puso de moda poner adjetivos para explicar desgracias, como terrorismo machista. Todo aquello se derritió como la nieve sobre los muertos. La luz y el gas no paran de subir y aquí estamos hablando de una mesa de negociación que tendrán que alumbrar con una vela para ahorrarse la luz y los taquígrafos.
Hace falta mucha energía para no enterarse de lo que de verdad pasa en el descansillo de las escaleras. Sánchez podría pasar a la historia como el presidente eléctrico. En julio prometió un «ecosistema necesario para el desarrollo y fabricación de vehículos eléctricos y conectados a la red y convertir a nuestro país en el Hub europeo de la electromovilidad». ¿Perdón? Nos veo sobre unos cables de alta tensión tipo los pájaros de Hitchcok a la espera de que salga de palacio para estropearle el peinado como a Tippi Hedren. En fin, que un ministro nos dice que consumamos menos carne de vaca porque se tiran unos pedos que amenazan los objetivos del cambio climático mientras el presidente mete los dedos en el enchufe y no se le ponen los pelos de punta sino que toca un riff con la mi misma canción de siempre.
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