PSOE

A la caza de la «heredera» de Iglesias

Gabriel Rufián es la pieza que puede descolocar el puzle

Andamos todos distraídos con la idea de que la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat es sólo un instrumento para entretener al personal mientras a Sánchez y a Aragonès se les ocurre una mejor manera de enraizarse en sus sillones. Pero esto es compatible con que una de las grandes sorpresas de esta Legislatura venga de Cataluña y justo en vísperas de las elecciones. Cataluña volverá a marcar la agenda y animará la polarización.

Por detrás de lo que nos dejan ver los protagonistas de la negociación los vínculos se estrechan, y, si no fuera porque antes de pactar entre ellos tienen que apagar al «monstruo» de lo que representa Puigdemont, los que hoy aparecen como contendientes en el Congreso y en el Parlamento de Cataluña estarían ya compartiendo alianza. Las conversaciones preparatorias de la «mesa» incluyeron el acuerdo de que de allí no se levantaban sin que hubiera una votación en Cataluña. A Pedro Sánchez le cae bien Pere Aragonès, y a Sánchez le conviene que, sin abandonar la política del disimulo, ERC crezca y mengüe la parte morada en cualquiera de las formas en las que se haga carne en función del territorio.

Puede ser que la delegación «estatal» engañara al ala independentista con la firma de ese compromiso de la votación, pero hoy es el papel que sigue estando en vigor, y los intereses que comparten el PSOE y ERC son más potentes que los que unen a Sánchez con la «heredera» de Pablo Iglesias. Quizás no tanto en el ámbito ideológico, pero sí en el de la cuenta de resultados.

A la «heredera» le quedan dos telediarios antes de que sobre ella empiece a descargar la tormenta azuzada desde dentro del Palacio que comparte con Sánchez. Sus habilidades comunicativas generan envidias dentro del Gabinete. Y el ventilador ha empezado a ponerse en marcha en su contra. Que si es «desleal», que si «no juega de frente», que si «piensa más en su futuro como heredera de Iglesias que en su responsabilidad como vicepresidenta». Por supuesto, en el arte de la política la hipocresía es vicio clave para la supervivencia y en los posados oficiales sólo habrá palabras amables hacia ella desde la parte socialista, y de los que no son socialistas pero también se sientan con ella en el Consejo de Ministros.

Pero desde fuera muchas veces las cosas se ven más claro que desde dentro. Y Gabriel Rufián es la pieza que puede descolocar el puzle. Tiene buena relación con el PSOE, y tiene el pragmatismo necesario como para que en los centros de poder socialista puedan soñar con que será una buena ayuda para asear la sorpresa catalana y para poner en su sitio a la «heredera».