
El trípode
Albares se felicita de que Gibraltar siga en Schengen
El interés general de España exige –ante todo y sobre todo– acabar con la indignidad de que Gibraltar siga siendo una colonia británica
Al acuerdo sobre Gibraltar al que han llegado España, el Reino Unido y la Comisión de la UE mediante el Comisario de Comercio, el ministro Albares lo ha calificado de «histórico» porque ha acabado con «el último muro que había en Europa». Lamentable definición para un acuerdo del que es evidente ganador el Primer Ministro de la todavía última colonia existente en territorio europeo para oprobio nuestro, acompañado del PM del Reino Unido. Colonia que dura desde el Tratado de Utrecht de 1713. Vergüenza provoca escuchar esa declaración de este gobierno cuando lo acordado es incorporar a Gibraltar al espacio Schengen, cual si fuera el Estado número 28 de la UE, espacio del que había quedado excluido tras el Brexit. Afirmar que con ese acuerdo –que elimina la verja británica existente desde 1908 (el muro, según Albares)– se consigue un gran éxito, sería similar a considerar que Schengen ha eliminado la soberanía de los 27 Estados de la UE al acabar con los controles fronterizos entre ellos, los «muros» que los separaban. Solo desde la ignorancia o la falsedad se puede calificar de éxito para España lo que era una imperiosa necesidad para Gibraltar y el Reino Unido tras su voluntaria salida de la UE, el Brexit. Sin duda, el Peñón podrá seguir con sus negocios al tiempo que se permite ir ampliando sus aguas jurisdiccionales en detrimento de la soberanía nacional de España. Este acuerdo efectuado a espaldas del Congreso y del que el jefe de la oposición ha tenido que enterarse por la prensa, evoca la carta sanchista al rey de Marruecos por la que «por sí y ante sí» cambió el estatuto jurídico sobre el Sáhara que estaba vigente desde 1976. Lo que ha hecho Sánchez con su Frente Popular es desaprovechar una oportunidad realmente histórica para avanzar en un auténtico proceso de negociación que culminara con el final de la última colonia existente en territorio europeo. Negociación a la que numerosas resoluciones de las Naciones Unidas han venido apelando desde décadas atrás. Que el alcalde de La Línea de la Concepción se felicite por lo conseguido puede tener su lógica, puesto que su interés debe estar centrado en su población, que va a tener facilitado el acceso diario de 11.000 trabajadores al Peñón. Pero el interés general de España exige –ante todo y sobre todo– acabar con la indignidad de que Gibraltar siga siendo una colonia británica. Ahora hay que enfrentarse a la realidad de un Peñón con una fiscalidad más reducida que la española, en especial en una imposición indirecta sin IVA que es un aliciente para promover su comercio respecto al español.
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