Presupuestos Generales del Estado
Predicciones económicas
El Gobierno –que en esto exhibe una muy alta moral optimista– se ha creído que lo de la crisis del covid es agua pasada y que nuestra economía está ya en plena euforia
Menudo lío el que se ha montado con el asunto de las predicciones económicas. El Gobierno –que en esto exhibe una muy alta moral optimista– se ha creído que lo de la crisis del covid es agua pasada y que nuestra economía está ya en plena euforia. Tanto que la recaudación de impuestos va a subir como la espuma; y con eso y un poco más que nos va a llegar de Europa, amén de la consabida emisión de deuda, se va a poder financiar el mayor gasto público de la historia. Por eso, lo que queda por discutir es el reparto; y en eso está con los de los partidos nacionalistas y de izquierda, porque los demás no cuentan. Claro que hace unos días el gobernador del Banco de España le desmontó el tinglado anunciando una rebaja significativa de sus expectativas, de manera que, al parecer, la economía va a crecer mucho menos de lo que se creía; y así la jauja gubernamental se quedará alicaída, sumida en un bucle melancólico.
Los seres humanos –y por supuesto los economistas– tenemos querencia por el pasado y esperamos que se repita con más o menos matices. Ya lo dice el Eclesiastés: «lo que fue, eso será; lo que ya se hizo, eso es lo que se hará». Las predicciones económicas siguen este mismo principio, de manera que los sofisticados modelos matemáticos que dan lugar a ellas, reproducen siempre alguna imagen pretérita. Es verdad que nunca aciertan y que, por eso, se someten periódicamente a revisión, tomando como base lo que los datos del último trimestre señalan. Tal vez esto debería preocuparnos, sobre todo si da pie a que un gobierno se lance a gastar lo que no tiene, como pasa ahora con lo del presupuesto. Pero lo más relevante no es eso. Lo que de verdad importa es que la historia no se reitera y que, a veces, como ocurre con las grandes crisis, da lugar a cambios profundos que, si no se reconocen a tiempo, pueden conducirnos a un incierto futuro. La del covid ha dado ya lugar a una caída de los salarios reales y a una desvalorización del capital. Lamentablemente, nada de ello tiene ahora reflejo en la política económica.
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