Nacionalismo
Cuota lingüística
Ya lo dijo Sabino Arana: «El aldeano sabe que el euzkera de nada le sirve al hijo. El remedio está pues en… nacionalizar todas las esferas de la vida, de suerte que el euzkera sirva de algo porque sea obligatorio
La discusión presupuestaria da mucho de sí e incluye elementos que a cualquier observador racional podrían parecerle exóticos si no fuera porque vivimos en España y porque España es una nación chocante donde las extravagancias no son chocantes. Por eso, la imposición de una cuota lingüística para albergar en las plataformas de internet el catalán y seguramente el vasco ha entrado de lleno entre las condiciones políticas que pueden asegurar la viabilidad parlamentaria de los presupuestos del Gobierno. Ya se ve que los nacionalistas tienen poca confianza en las posibilidades expansivas de las lenguas regionales, cosa que no sorprenderá a nadie porque, después de cuatro décadas de protección y de una ingente cantidad de recursos económicos y educativos dedicados a ellas, resulta que su empleo en la vida cotidiana deja mucho que desear. Así, tanto en Cataluña como en el País Vasco el uso del idioma regional se limita a poco más de un tercio de sus habitantes, aunque en el primer caso sea una mayoría aplastante la que lo entiende, mientras que en el segundo esta proporción se reduce a un poco menos de la mitad. Al parecer, la única lengua regional cuyo uso está más extendido es el gallego, pues lo habla con asiduidad la mitad de la población. Pero hay que añadir que en todas partes la juventud –que es la que ha aprendido a leer y escribir en esos idiomas gracias a la escuela– está abandonando su empleo a pasos agigantados. O sea que, desde un punto de vista práctico, no parece que obligar a Netflix, HBO o Amazon a tener producciones audiovisuales en las mencionadas lenguas vaya a sacarlas de su postración. Claro que a los nacionalistas esto les importa poco porque, para ellos, el idioma regional es un elemento de diferenciación y construcción patriótica. Ya lo dijo Sabino Arana en los albores del siglo XX: «El aldeano sabe que el euzkera de nada le sirve al hijo. El remedio está pues en… nacionalizar todas las esferas de la vida, de suerte que el euzkera sirva de algo porque sea obligatorio para tener parte en ellas». En eso estamos ciento veinte años después como si no hubiésemos aprendido nada de nuestra historia en todo este tiempo.
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