Política

Cachondearse de la Justicia y el cinismo presupuestario

La disposición del alto Tribunal no persigue ninguna lengua sino que apuntala un derecho constitucional

Pedro Pacheco, alcalde de Jerez durante 24 años, dijo en 1985 aquello de que «la Justicia es un cachondeo», porque había paralizado el derribo de un chalet de Bertín Osborne, construido sin todas las bendiciones. La Audiencia de Sevilla lo condenó, sobre todo a inhabilitación, pero el Tribunal Supremo revisó la sentencia y lo exoneró. Luego, Pacheco pasó por la cárcel condenado por contratación irregular, malversación y prevaricación, pero esa es otra historia. Ahora, el Tribunal Supremo acaba de ratificar que en las escuelas catalanas se debe impartir, como mínimo un 25% de las materias en castellano, ese idioma que hablan 500 millones de personas en todo el mundo y que también, en todas partes, es conocido como «español». Si a un estadounidense, inglés, francés o alemán le preguntan por el idioma «castellano» probablemente ponga cara de sorpresa y responda que no sabe de qué se trata, mientras que si le hablan del «español» no solo no tendrá ninguna duda, sino que incluso puede conocer al menos alguna frase o cuando menos alguna palabra.

El castellano/español y el catalán no tienen ningún problema de supervivencia. El primero seguirá pujante, al margen de lo que se hable en Cataluña y el segundo, que sobrevivió a la persecución de la dictadura de Franco, también perdurará, con toda su riqueza y sus tesoros culturales. La sentencia del Supremo es probable que no se cumpla. Los «indepes» de Aragonés y Rufián y los de Junts, además de la CUP y otros partidos intentarán –lo dicen sin pudor– sortear la aplicación de la disposición del alto Tribunal, que no persigue ninguna lengua sino que apuntala un derecho constitucional.

Todos ellos, quizá mientras el Gobierno –que cada vez dice una cosa en este tema– mira hacia otro lado, lo que pretenden es cachondearse de la Justicia española. Todo coincide con el eco de la aprobación de los Presupuestos que despejan la estancia de Sánchez en la Moncloa hasta 2023. Las cuentas han salido adelante con el apoyo cínico de los «indepes» de ERC y Bildu, a quiénes los números –salvo ¿qué hay de lo mío?–, el déficit o la deuda no les preocupan porque tampoco les importa el futuro de España. Han logrado, ¡en la negociación de Presupuestos!, dibujos animados en euskera en Navarra o Netflix en catalán, se cumpla o no, aunque el PNV renunció al final a dividir la denominación de Origen Rioja. En resumen, cachondearse de la Justicia y cinismo presupuestario. Lo de Pacheco, lejos de ser un ejemplo para nada, incluso era menos grave.