Opinión
Génova contra la pandemia de Ayuso
Tensión y bronca sin precedentes en las Cortes. Todos los medios de comunicación se hacen eco de la creciente tensión política de las sesiones de control en ambas Cámaras de las Cortes, con situaciones de intolerancia y crispación no vividas hasta ahora en ninguna de las trece legislaturas precedentes. Da fe de ello la sesión de control de esta semana en el Congreso, con la polémica posterior a cuenta de Nadia Calviño, tenida por moderada. Hay que analizar la causa profunda de esa preocupante realidad, sin incurrir en maniqueísmos estériles achacando sin más la culpa a unos u otros, pero tampoco a nada ni a nadie. Es tan evidente que el monopolio de la responsabilidad en las discusiones de raíz política es de difícil atribución, como que algo singular debe estar sucediendo, dado que nunca antes se había llegado a los extremos actuales. Trece legislaturas y cuarenta años es un periodo de tiempo suficiente para poder extraer conclusiones sólidas al efecto, y la mayor singularidad, por evidente, es que por vez primera en España hay un Gobierno nacional de coalición. Esta forma de Gobierno no puede ser considerada como un problema ya que disponemos además de extensa experiencia de gobiernos de este tipo en autonomías y ayuntamientos, y de todos los colores políticos, sin problemas a destacar. Otra cosa, y ésta es la segunda particularidad, es haber llegado al Gobierno a través de la inédita vía de la moción de censura y con la minoría más exigua hasta ahora conocida, 84 diputados. Además, –y tercera singularidad– es que siendo una persona el líder de la oposición y ejerciendo después de jefe de Gobierno, han debido repetirse elecciones, lo cual no había sucedido tampoco nunca con la vigente Constitución.
Por lo demás, con anterioridad a la actual legislatura han gobernado presidentes socialistas y de centroderecha con mayoría absoluta y en minoría; con crisis y conflictividad social y en periodos de expansión económica; con estabilidad institucional y golpes de Estado; con terrorismo y sin él; pero nunca se había llegado a una situación de crispación continuada como ahora. No es maniqueísmo pensar que la causa principal de lo que sucede pueda residir en esa singularidad única y repetida que está presente en todos los aspectos analizados. Pónganle nombre y apellidos a quien concita todas esas circunstancias, y quizás tengamos la respuesta a lo que nos pasa. También ahora su partido es corresponsable con él de esta situación y juntos pueden sucumbir cuando esta realidad de crispación llegue a un nivel insostenible para el interés general de España. Una sociedad no puede vivir instalada en la confrontación permanente actual.
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