Cuartel emocional

Por un puñado de votos

Sí, por un puñado de votos, o por un plato de lentejas, me da igual, las traiciones se suceden en España por cuestiones tan miserables como indecentes, y es que comer caliente o con cuchara de plata cuando no lo has hecho de pequeño, es muy reconfortante cuando ya se han cumplido los cuarenta. Eso le ocurre a todos los que componen el plantel gubernamental que ahora, no sólo no protegen a los catalanes que quieren seguir hablando libremente español siendo españoles -¡vaya paradoja!-, a quienes no se sienten influenciados por el paletismo nacionalista regional, a quienes no llevan la boina puesta hasta para dormir, sino que también ayudan a los patanes/rufianes chantajistas que quieren la lengua vernácula en las series de Netflix. Entonces va Sánchez y saca unos cuantos millones de los que cada año apoquinamos religiosamente a Hacienda para complacerles y de esta forma seguir durmiendo en el colchón nuevo de Moncloa. Pero no seamos ingenuos y que no nos la metan doblada como es ya costumbre. Detrás de eso, que es lo que nos hacen creer, hay múltiples concesiones más y bajadas de pantalones de las que prefiero no enterarme, por aquello de que mi sensibilidad tiene un límite. Así que vamos a lo que vamos, que hay bastante que desgranar. Casado ha dicho “coño” en el Congreso y se cree que con eso da contundencia a su frase. La pequeña Calviño le recrimina por decir tacos y se declaran la guerra recíprocamente: él la llama incompetente y defraudadora fiscal y ella le dice “desequilibrado”. Me aburro. Sólo me da un poco de ánimo el cese/dimisión de Castells, a quien detesté desde el minuto uno. Nunca soporté su fascismo de izquierdas, su sectarismo, sus no comparecencias cuando se le requería y su ausencia permanente del ministerio, o sea, de su puesto de trabajo. Él recibía el sueldo en casa, y aquí paz y después gloria. Quiso sacar adelante una reforma universitaria que por vagancia se quedó en agua de borrajas. Ahora llega un acólito de la Colau, un tal Subirats que ya veremos si hará cierto el refrán que dice “otro vendrá que bueno te hará”. Me importa poco parecer una carcamal si hablo de los tiempos de González Seara, cuando en la Universidad Complutense impartían ciencia Carmen Llorca o Victoriano Fernández Asís. Hoy hay una parte importante de hez en el profesorado, porque sólo cuenta inculcar ideas políticas de izquierda estalinista y muy poco repartir cultura entre el alumnado. De ahí que se regalen aprobados a diestro y siniestro. Me gustaría ser Elon Musk, primero para ser rica y después para mofarme del mundo entero con esas burlas agresivas e irreverentes que no resultan groseras. Quizá ese don lo da la pasta que yo no tengo… Y, a propósito de dinero no puedo dejar de hacer mención del que van a recibir las víctimas de violencia de género, aunque no lo sean, es decir, aunque sus parejas hayan sido absueltas en los tribunales. Vivimos en la incoherencia más absoluta. Y como guinda la amenaza de Yolanda Díaz, que ha vuelto tan santificada de Roma después de su visita al Papa que en el Congreso cita a las Sagradas Escrituras, pero por otra parte amenaza a la corajuda Macarena Olona diciendo que movilizará a las masas para que nunca gobiernen aunque ganen. ¡Eso es democracia, y lo demás son cuentos!

CODA. Mary Delcy Rodríguez ha tenido que volverse de La Haya con el rabo entre las piernas porque a su avión le denegaron el aterrizaje por no estar autorizado por la Unión Europea. Aquello no es Barajas, chati, ni hay esperando un Ábalos para recoger los convolutos, que los de la fiscalía de la Corte Penal Internacional son muy suyos y siguen avanzando en su investigación desde 2017 en los delitos de lesa humanidad cometidos en Venezuela.