Economía
Inicial crítica seria al socialismo en España
Esa línea es la que obliga a citar hoy a Huerta de Soto, cuando se refiere al fracaso del socialismo real y a la crisis del Estado de Bienestar
Llama la atención el planteamiento polémico y crítico del socialismo, que efectúa, en España, el profesor Huerta de Soto, catedrático de economía política de la Universidad Rey Juan Carlos, a través de los llamados Cuadernos para el Avance de la Libertad. Bajo el título de El fracaso del consecuencialismo, (septiembre de 2021) señala las «transcendentales consecuencias» que la crisis del intervencionismo y la caída del socialismo habrán de tener para una evolución positiva «de la ciencia y del pensamiento humano».
Pero conviene subrayar que ha cambiado el pensamiento económico, radicalmente, y, por ello, la estructura de nuestra economía, eliminando la creencia de que la dura situación de 1935 pudiese persistir, si no se cambiasen políticas anteriores. Un primer aldabonazo lo dio Valentín Andrés Álvarez, en junio de 1945, publicando en Moneda y Crédito, que Hayek, en El Camino hacia la servidumbre, daba «un angustioso grito de alarma ante los avances de la intervención estatal». Esa línea es la que obliga a citar hoy a Huerta de Soto, cuando se refiere al fracaso del socialismo real y a la crisis del Estado de Bienestar.
Todo esto tenía antecedentes y conviene señalar cuándo se produjeron. En un homenaje al economista Teodoro López Cuesta, salió a la luz lo sucedido con el profesor Alvárez Buylla, en la conferencia que pronunció el 3 de febrero de 1873, en la Tribuna que la Institución Libre de Enseñanza tenía en Madrid, en la calle de Esparteros 9, principal.
Buylla, perteneciente al llamado «grupo de Oviedo», explicó de qué manera se había hecho socialista y, como era además catedrático de Universidad, con influencia previa krausista, había pasado a transformarse en un socialista de cátedra. El ambiente que contemplaba en el mundo obrero asturiano le había parecido intolerable y, por ello, emprendió desde muy joven una reorganización radical de la vida socioeconómica española. En la citada conferencia se declaró socialista de cátedra, pero simultáneamente, frente a lo que sostenía Gabriel Rodríguez, seguidor de la línea tradicional de la escuela clásica de economistas, quien, presente, dio la voz de alarma, declarando su ataque a lo que se acababa de escuchar, y afirmando que él era «economista liberal» y que el socialismo de cátedra procedía de Alemania. En sus ensayos se veía que sostenía ideas completamente falsas, como la del particularismo económico nacional, en relación con las leyes generales humanas y la posibilidad de organizar y dirigir toda la vida social por el Estado, agregando que el socialismo de cátedra era además «legítimo descendiente de la doctrina socialista general, y de los escritos y la propaganda de Carlos Marx, Lasalle y de los actuales jefes del socialismo internacionalista».
Buylla contestó a esta crítica el día de la apertura, en Oviedo, del Curso Académico 1879-1880. Rodríguez había citado a la perfección grandes economistas y Buylla se redujo a un examen de ciertos textos de apoyo, y, como resultado, mostró huecos a veces colosales. Por ejemplo, la entidad básica del socialismo de cátedra, era la Verein für Sozialpolitik, fundada en 1872. Pues bien, no existía en el discurso de Buylla ninguna referencia a esta asociación intelectual, ausencia que además perduró, como he comprobado al revisar la bibliografía de Buylla. Lo único que parecía interesarle al profesor ovetense era seguir la huella de Gumersindo de Azcárate, con citas también de Sbarbaro, que da la impresión de ser única fuente directa de sus conocimientos sobre historicismo y socialismo de cátedra. Desde el punto de vista científico, era evidente que el economista liberal, Gabriel Rodríguez, en la calle de Esparteros, había sido autor de una dura crítica del inicial socialismo de cátedra allí expuesto. Por supuesto que, desde entonces, como señaló también Valentín Andrés Álvarez y ahora con Huerta de Soto, las críticas sin contestación seria por parte de actuales seguidores sobre la posibilidad de poner en marcha una economía socialista, se mantienen fortalecidas.
Esto no tiene nada que ver respecto a un cambio de aspectos numerosos de nuestra economía, como consecuencia de la persistencia del socialismo de cátedra, porque el impacto en la opinión, con alto grado de masificación, como sucede ahora, lo vemos en un texto de uno de los grandes de la Generación del 98, Azorín, que escribió, tomando como base datos de Los males de la Patria de Lucas Mallada, que, en esas heterodoxias económicas «entre esa juventud, unida y compacta, fuerte y animosa, resonará la voz de algún caudillo que arrastrará en pos de sí, toda la masa, al grito de ¡Viva España con honra! ¡Abajo los explotadores de la nación! ¡Paso a la Revolución española!», que pronto se une al mensaje de los proteccionistas; y así sucedió en España hasta que, en el 1959 se iniciase el Plan de estabilización, aunque ahora no podamos estar muy seguros de no volver atrás.
Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático
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