Política
Recientes mensajes de Rajoy
Los planteamientos ortodoxos contrastan, de modo colosal, con el panorama del secesionismo y populismo que algunos intentan consolidar
Conviene siempre, y mucho más en momentos de fuerte crisis política, social y económica, tener en cuenta los mensajes que en España, tradicionalmente, procedían de las filas de políticos conservadores. Basta recordar lo que sucedió con Cánovas del Castillo o con Antonio Maura; y por supuesto, en los momentos en que no surgía un mensaje adecuado, como sucedió cuando el desconcierto de 1922 dio lugar al inicio de la Dictadura de Primo de Rivera.
En estos momentos en los que tenemos un claro hundimiento de la economía, con problemas secesionistas muy importantes que recuerdan el auge del cantonalismo, agravado, todo, por una pandemia y un desastre de política internacional, ha aparecido el libro de Mariano Rajoy, Política para adultos. En él, destaca la denuncia del populismo, ese planteamiento que enlaza a la perfección con el auge, muy bien expuesto por Ortega, del fenómeno de la masificación. Se señala en el capítulo El contagio del populismo, lo siguiente: «Acepta un mal Gobierno porque son los míos … convierten la radicalización populista en un instrumento imprescindible de su poder». Y esta realidad se comprueba, casi diariamente, en España. La insistencia fundamental que aparece en este mensaje de Rajoy está directamente relacionada con la de la crítica a ese talante. Por ejemplo, bajo el epígrafe de Cuando al Estado de Derecho se le llama «Venganza», se destaca que «hoy, por fortuna, el Tribunal Constitucional ha venido a poner las cosas en su sitio … el Gobierno se extralimitó en la aplicación del Estado de alarma»; y la postura de Rajoy es muy clara, porque, a continuación, señala: «Yo me siento muy satisfecho de que durante todo el desarrollo de la crisis independentista de Cataluña, ni una sola de las disposiciones de mi Gobierno haya sido enmendada por los Tribunales», y muestra, casi a continuación, este fruto de una política populista: «Mal está conceder a los secesionistas un perdón que no han pedido y que no merecen; peor es hacerlo con el informe contrario del Tribunal Supremo y cuando se ha engañado groseramente a la población, a la que se había garantizado justo el tratamiento contrario». Y eso se puntualiza bajo el título de La Reforma de La Constitución, donde se señala que «por si la cuestión territorial no hubiera suscitado suficiente controversia en nuestra vida política, tenemos al otro socio del Gobierno, Podemos, que, sin duda, es el más genuino representante del populismo español de los últimos años».
Toda esta crítica a la realidad política con la que nos encontramos genera un planteamiento obligado, que se inicia con estas palabras: «¿Y dónde queda la economía en este modesto ajuste de cuentas con el populismo?». A partir de ahí, aparece un análisis que recuerda cuando Cánovas del Castillo replanteó una nueva política económica, dentro del conjunto orientado, entonces, en el ámbito europeo del 1870, por Alemania. Y en ese sentido, Rajoy, cuando hoy todo es diferente en la economía mundial y, por supuesto, en la europea, señala, por un lado, que «el desmesurado aumento del gasto público, como instrumento para crear redes de clientelismo y proteccionismo (internacional) comercial acaba empobreciendo aún más a las sociedades donde se lleva a efecto; basta echar un vistazo a la evolución desde Iberoamérica para comprobar la certeza de esto que digo», añadiendo una vinculación respaldada por una frase que, como presidente de AP, señaló Manuel Fraga Iribarne, en su ensayo titulado La deuda externa iberoamericana: un análisis y una propuesta (1985).
Y de inmediato, plantea algo que el Partido Popular forzosamente tiene que tener en cuenta, si logra triunfar en las próximas elecciones, porque esta frase de Rajoy es acertada: «Superar una crisis económica es arduo e impopular»», y él lo contempló, tras el cataclismo económico heredado de Rodríguez Zapatero.
En la actualidad, nos encontramos con que el mensaje económico adecuado se deriva de estas frases de Rajoy: «España se ha posicionado a la cola de la Unión Europea a la hora de adoptar medidas ambiciosas para proteger el tejido productivo nacional», y, desde luego, «para recuperar la credibilidad y la confianza de nuestra economía es imprescindible anunciar un plan de consolidación fiscal que permita la corrección de nuestro déficit estructural»; solo así se evitará que continúe la situación del 2020, donde «se ha llevado en nuestro déficit otra vez por encima del 10%”, rectificación a la que hay que añadir que España «necesita de una estrategia integral de modernización de nuestra economía».
Naturalmente, estos planteamientos ortodoxos contrastan, de modo colosal, con el panorama del secesionismo y populismo que algunos intentan consolidar.
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