Política

Cancelando

Si alguien conjetura que el diálogo es peligroso, enhorabuena, ya lo estamos cancelando

Cancelando, cancelando, en este comienzo de año nos han caído en desgracia la saga de Harry Potter , la hipervigilancia de «1984» y el Pulitzer «Maus». La corriente de aislamientos y prohibiciones que arremete contra la supuesta transfobia de J. K. Rowling, ataca la alerta distópica orwelliana o se escandaliza por desnudos e insultos con el Holocausto de fondo, aspira, en realidad, a revisar el legado cultural con la coartada de eliminar lo indeseable. Todo aquello que no se ajuste al canon. Al suyo, claro. Intentos de liquidación, a veces, orquestados desde ámbitos tan poco excluyentes (en teoría) como el universitario o impulsados en las redes por sombras sin perfilar que terminan convulsionando al mundo. En otras ocasiones, las cancelaciones llegan de facto, de manera espontánea, como imbuidas de un magma en el que lo que no gusta se bloquea. Sin más. Y así descubrimos que nuestra sociedad, la de la comunicación, la hiperconectada se ha contagiado poco a poco de la furia abolicionista que se expande y alcanza, junto con la cultura, al diálogo. Nos hemos ido acostumbrando a su ausencia, a unas conexiones cada vez más diluidas, que se le parecen, pero que no lo son. Solo en ese vacío puede comprenderse la falta de una verdadera conversación pública en España: que el presidente del Gobierno no llame al líder de la oposición en ocho meses es un síntoma de la anormalidad en la que nos hemos instalado, pero no el único. El máximo exponente del coloquio social, el Congreso, reactiva ahora su actividad, disperso en múltiples comisiones sobre todo que terminan resolviendo nada, enredado en la abrumadora convalidación de decretos que anulan la discusión legislativa y exhibiendo la exaltación del monólogo que, como en un «flashback», nos devuelve a trucos parlamentarios caducos (ya erradicados en tiempos de Zapatero) al recuperar las «preguntas florero» o autocuestiones, para mayor gloria del interrogado. Si alguien conjetura que el diálogo es peligroso, enhorabuena, ya lo estamos cancelando.