Medio Ambiente
Tiembla el campo
La tragedia es cada día más visible en el campo. Con el gasoil por las nubes no es nada rentable llenar el depósito del tractor para hacer la faena. La ganancia económica es mucho menor que el gasto por combustible. Cuesta ya pagar el recibo de la luz. Cuesta pagar la calefacción. Y también la cotización de autónomos. La escalada en el precio de los piensos, amén de la escasez de cereales por el cierre de los mercados mayoritarios de Rusia y Ucrania, hace pensar a los ganaderos que en 45 días tendrán dificultades para alimentar al ganado. Y si es así habrá que sacrificar vacas y cerdos.
Los agricultores se plantaron en Madrid hace un mes para decirle al Gobierno que no podían más, y que se corría el riesgo de paralizar la producción. Ni el Ejecutivo ni los sindicatos de clase hicieron nada. Simplemente miraron para otro lado. En aquel momento no había guerra en Ucrania, pero ya la inflación superaba el 6 por ciento, y el precio de la energía estaba disparado. Tras la invasión de Putin, todo ha ido a peor en cuestión de días. Hasta unas cotas antes inimaginables. De manera que prefieren dejar las naranjas en los árboles antes que recolectarlas. Y no llenar el depósito del tractor. Y olvidarse de mejorar las granjas o los cultivos.
Lo peor es comprobar como el Gobierno no ha tenido iniciativa propia para reducir los impuestos a la energía y los insumos. Han estado haciendo caja mientras que las familias se empobrecían, porque a mayor precio del diésel, del gas y de la luz, mayor margen para el Estado por la vía de los gravámenes. Así de lamentable y así de real. De manera que hasta ahora, y a iniciativa de Feijóo y Ayuso, al Ejecutivo no se le había ocurrido decretar una bajada de tasas. Lo hacen desde que irrumpió la pandemia en Alemania, donde además ayudan a pymes y autónomos con inyecciones directas de capital. Parece lógico. Aquí mejor freirnos a impuestos. El problema es que si no cuidamos a nuestra agricultura acabaremos contribuyendo a un desabastecimiento que ya es algo más que una mera entelequia.
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