Guerra en Ucrania
La peor peste
Los refugiados como exaltación de la tragedia contemporánea, tan conectada, tan visible en las redes, tan TikTok.
Con la pericia de un demiurgo, entre caprichoso y juguetón, van trazando los hombres líneas imaginarias sobre los mapas. Guerras, conquistas, ocupaciones violentas o más o menos pacíficas, políticas de hechos consumados o cambios consensuados en eternas negociaciones configuran las fronteras, los límites que ordenan el mundo, aquellos que rigen las relaciones entre estados y van marcando destinos. Ahora que el encaje estratégico diseñado tras la Segunda Guerra Mundial empieza a deshilacharse, si no lo ha hecho ya, asistimos, de nuevo, a una de sus más sobrecogedoras consecuencias. Nos convertimos en espectadores de flujos migratorios que, a golpe de tsunamis de desesperación, miedo y frustración empaquetados en bolsas y maletas, reflejan la reestructuración de guiones geopolíticos. Uno de los dramas que definirá el arranque del siglo XXI será, sin duda, el de esas vidas errantes, miles, cientos de miles, millones, que escapan de los conflictos, de la violencia o de la miseria. Los refugiados como exaltación de la tragedia contemporánea, tan conectada, tan visible en las redes, tan TikTok. ¿Cómo ocultar lo que ocurre al otro lado? ¿Cómo frenar aspiraciones y ambiciones legítimas, deseos o perentorias necesidades de mejora?
Resulta muy lúcida estos días «Years and years», una de esas series distópicas a las que la realidad ha reducido a costumbrismo a fuerza de excesos. Ficción prepandémica que anticipa una Europa futura, oscura, triste y perdida, acuciada por los populismos (no les destriparé lo que augura para la España de 2034) y sacudida por una visionaria oleada migratoria provocada por la invasión rusa a Ucrania. Y ese porvenir inventado, que se solapa casi con el presente, conecta también con el pasado y con las mismas atrocidades cometidas en tiempos no tan pretéritos en nombre del nacionalismo, ese cicatero y equivocado entendimiento de aquellas rayas que aleatoriamente se acomodan en los planos, y que termina por convertirse en «la peor de todas las pestes». Zweig dijo.
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