Economía
Un nuevo cambio en la realidad económica española
La política derivada de esa nueva realidad se derrumbó por los errores en la política económica de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero y Sánchez.
Los cambios en la economía española han tenido lugar como consecuencia de un doble impacto: una preocupante situación económica y planteamientos críticos efectuados, mancomunadamente, por economistas y políticos. Basta recordar ese cataclismo político que existió en España, a finales del XVIII y comienzos del siglo XIX, y que obligó a plantear, de inmediato, una respuesta a la crisis por el lado de la agricultura, a través de los dictámenes de Campomanes, que culminaría con la cuestión de la desamortización; y los de Jovellanos, con su continuo estudio de las aportaciones de Adam Smith, y sus planteamientos para que la realidad tecnológica nueva fuese captada en España. De ahí surgió la economía que culminó con la llegada de la I República. La creación de una nueva crisis económica, combinada con los daños de la larga Guerra Civil y del caos del mercado generado por el cantonalismo, dio paso al mensaje de los economistas –en medio de una polémica intelectual importante–, que acabó con la implantación de un modelo proteccionista a partir del reinado de Alfonso XII, y el mensaje de Cánovas del Castillo.
Este modelo, ampliado con medidas cartelizadoras, corporativistas de intervención del Estado en el mercado y, repito, de creciente proteccionismo ante el comercio internacional, se mantuvo de modo creciente, y con el respaldo de planteamientos inflacionistas y un nuevo mecanismo crediticio, hasta el final de la I Guerra Mundial.
Hace un siglo, de nuevo una situación caótica surgió. El caos huelguístico colosal en Cataluña y la ignorancia de una orientación económica adecuada –como lo prueba el choque violento insistente entre Bernois y Zumalacárregui–, provocaron un hundimiento de la economía que se hizo aún más fuerte con la Guerra Civil iniciada en 1936 y el contexto de la II Guerra Mundial hasta 1945.
Todo ello, provocó un feroz análisis crítico de la política económica que se había seguido. Recordemos el juicio emitido por Perpiñá Grau en 1935, en su The economía hispana, o el de Manuel de Torres, que percibió perfectamente los mensajes de Haberler, o los nuevos planteamientos macroeconómicos sintetizados por el libro de Hicks y Hart, que culminarían con los impulsos de Keynes, llegando a complementos econométricos radicalmente nuevos. Simultáneamente, la crisis enlazaba con una serie de variaciones importantes, que de ninguna manera reprobaban medidas ligadas a planteamientos socializantes, constituyendo, desde 1942, la base del llamado Estado de bienestar.
En España, todo eso influyó notablemente, en parte como consecuencia de un aumento de los mensajes de los economistas, con polémicas importantes que podríamos señalar que se iniciaron en la llamada Escuela de Madrid, con los discípulos de Flores de Lemus, y con los de Zumalacárregui, a un tiempo; y, muy pronto, –ahí estuvo la importancia de las aportaciones de Stackelberg y de Hayek-Eucken para plantear una política económica radicalmente nueva–, mostrando que el camino debía ser el iniciado por Alemania, Francia, Italia y el Benelux, con el nombre de Mercado Común Europeo.
Ya nos encontramos, así, en el prólogo de la situación actual, porque ese planteamiento se liga con un cambio político grande de inicio de la Transición, y un replanteamiento del Estado de Bienestar. Una de las consecuencias de los Pactos de La Moncloa fue encajar con ese nuevo planteamiento europeo.
La crisis económica derivada del mantenimiento –por ejemplo, en el sistema bancario–, del modelo previo, indicó la necesidad de un giro. Persona clave en ese sentido fue la de Fuentes Quintana, sin la que no se entiende ese cambio radical de la Transición, a partir de 1978.
De ahí, vino la creación de una nueva economía española, al estar ligada a la Unión Europea, con todas sus consecuencias. Recordemos decisiones fundamentales, como la inicial de Ullastres o la de Solchaga para vincularnos a la Europa del euro.
Pero he ahí que la política derivada de esa nueva realidad se derrumbó por los errores en la política económica de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero y Sánchez. En este momento, la combinación de una pandemia y de un conflicto militar planteado por Putin, generan, de nuevo, una seria crisis económica. Y eso obliga, en un Estado democrático, a que la opinión pública forzosamente señale la llegada de un cambio, diríamos que obligado. Recientes noticias, muestran electoralmente que el cambio está a la vuelta de la esquina. Los anteriores, el de Jovellanos, el de Cánovas del Castillo, el de Torres y Ullastres, el de Fuentes Quintana, y el que, con toda seguridad, por ejemplo, comenzó a señalar el Gobernador del Banco de España, Hernández de Coss, indican un sendero lógico para nuestra economía. Claro que en la Historia española hemos visto planteamientos también ilógicos, como los sucesivos desde Godoy, al intento de Podemos.
Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático
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