Opinión

Humillación sin límites

Ya comentamos que con Sánchez en La Moncloa ni tan siquiera es de aplicación el «principio de no contradicción» de la Lógica y la Filosofía, por el cual «nada puede ser y no ser al mismo tiempo». Es evidente que su definidor Aristóteles no conoció a nuestro Presidente del Gobierno, ya que hubiera admitido la singularidad de este personaje, y que «toda regla tiene su excepción», aunque no estemos ante una simple norma.

Lo que resulta trágico es que los españoles y la Nación española sean los afectados y quienes padezcan las consecuencias de tal contrasentido ontológico. El caso Pegasus va a pasar a la Historia de España como la mayor humillación provocada al Estado por un Presidente del Gobierno, que fue capaz de anteponer su mero interés personal y afán de poder a cualquier otra consideración por más que afectara a la dignidad e interés general del país al que gobierna. Aunque ya nos tiene acostumbrados a sus ofensas a España, supera lo previsible y admisible que ahora haya permitido que se conviertan en jueces y fiscales de los servicios de inteligencia —cuya misión radica, entre otras, en defender nuestra integridad territorial— formaciones políticas con una trayectoria acreditada de nulo respeto y de agresión hacia nuestro Estado democrático y de derecho y al fundamento mismo de la Constitución, que es precisamente «la indisoluble unidad de la Nación española».

Por si ello no fuera suficiente ofensa, la presidenta del Congreso modifica la regulación establecida previamente para facilitar que esos grupos —que por obvias razones tenían vetado su acceso a esas informaciones— puedan formar parte de la Comisión de Secretos Oficiales, siguiendo el deseo de Sánchez y enterrando ominosamente el principio de la división de poderes, que es consustancial a toda democracia parlamentaria digna de tal nombre.

Cuando Sánchez pase que, como todo el mundo pasará, y se haga un balance de su gestión al frente del Gobierno, lo que no pasará desapercibido es el papel que ha desempeñado, ni honraremos su memoria. Sus socios de Gobierno y aliados parlamentarios podrán estar satisfechos ya que habrán conseguido lo que pretendían cuando le auparon al poder mediante aquella infausta moción de censura, ya que jamás hubieran encontrado a una persona como Sánchez que se prestase a todo cuanto le exigieran para satisfacer sus intereses.

Una situación política como la que España está viviendo desde entonces es inimaginable en cualquier otro país de la UE, y las siglas PSOE han quedado marcadas de manera indeleble como cooperador político necesario de esta infamia a España.