Donald Trump
Twitter y Trump
Parece que lo que en el fondo se promueve sea más bien la expulsión de determinadas ideas «tóxicas» de la esfera pública: y de ahí a censurar por conveniencia política hay sólo un paso
Elon Musk comprará Twitter, salvo que la operación se tuerza a última hora, y lo comprará para ampliar los confines de la libertad de expresión dentro de esta red social. ¿En qué se traducirá esa ampliación de los confines de la libertad de expresión en Twitter? Todavía no lo sabemos con detalle (y, muy probablemente, ni siquiera el propio Musk lo haya definido con precisión), pero sí hemos conocido una medida importante que ya ha causado y seguirá causando polémica: la supresión de los vetos permanentes en esta red social. En particular, Musk considera que Twitter no debería expulsar permanentemente a nadie: si algún usuario comete alguna falta (publicación de un tuit con un contenido que excede las normas internas de la empresa), ese tuit será borrado y, como mucho, el usuario será expulsado temporalmente, pero no de manera definitiva. Este cambio, en caso de aplicarse, conllevaría el levantamiento del veto contra Trump en Twitter: recordemos que el ex presidente de EEUU fue expulsado de esta red social porque sus publicaciones denunciando el (falso) fraude electoral pudieron haber espoleado el asalto al Capitolio.
Pues bien, Musk se muestra partidario de readmitir a Trump en contra del criterio de la mayor parte de la izquierda estadounidense. A juicio del futuro dueño de Twitter, la expulsión de Trump es moralmente equivocada (porque nadie debería ser permanentemente censurado) y también estratégicamente errada (porque Trump ha visto incrementado su predicamento entre la derecha estadounidense, incluso ha montado su propia red social desde la que sigue diciendo lo que le parece). «Creo que fue una decisión moralmente mala, para ser claros, y tonta en extremo», ha señalado Musk.
Ciertamente, por mucho que a alguien pueda desagradarle lo que dice Trump, incluso aunque creamos que pueda haber exhortado a la comisión de un delito, no queda claro en qué sentido deberíamos censurarlo permanentemente. Esa es una sanción extrajudicial que ni siquiera hemos aplicado a los mayores criminales de un país (acaso con la excepción de los tiempos de guerra). Parece que lo que en el fondo se promueve sea más bien la expulsión de determinadas ideas «tóxicas» de la esfera pública: y de ahí a censurar por conveniencia política hay sólo un paso. Bien por Musk.
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