Opinión

Sanchismo como de Mandelbrot

A qué espera Sánchez para pinchar el teléfono de la oposición

Notas del 26 de mayo, en Madrid hace más calor que en la Sauna Paraíso. Sánchez ha comparecido en el Congreso de pérdidas maneras para dar explicaciones sobre el espionaje de Pegasus y ha dicho que él pasaba por ahí. Llegados a este punto de la legislatura, el sanchismo consiste en una gigantesca maniobra de evasión, pero da lugar a estos lances impagables en los que el presidente sostiene que no pasó nada y al mismo tiempo, que no se volverá a repetir nunca. Eso lo dijo fray Junqueras Para calmar a los costaleros, reforzará el control judicial sobre el CNI, lo que permite entender que no estaba perfectamente controlado.

Mi Pedro escurriendo el bulto del Pegasus me ha recordado aquella mujer que una mañana le pregunta a su marido: “José Antonio, ayer cuando me dijiste que llegarías de madrugada porque tenías un asunto muy importante que arreglar en la oficina, ¿de verdad tenías un asunto muy importante que arreglar en la oficina? Y el marido responde: “¡Qué cocaína, ni cocaína!”

¡Qué Pegasus, ni Pegasus!. Sánchez no habla bullshit. Si estudias con perspectiva, su intervención presenta un patrón matemático infinito y una cosa como de Mandelbrot. Mandelbrot fue un señor polaco francés que descubrió la geometría fractal. Un objeto se considera fractal de un objeto cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas. Las nubes son fractales, los ríos son fractales, el sistema circulatorio y por supuesto el sanchismo que constantemente y a todos los niveles representa el esquema según el cuál los independentistas y Bildu, que son herederos de la secesión uno y los otros de un movimiento terrorista con más de 800 muertos, son partidos respetables y en cambio los del PP, los enemigos de España. Al dirigirse al primer grupo, Sánchez ha lamentado el escándalo del espionaje que quiebra una concordia entre dos gobiernos a los que les separan algunas diferencias “legítimas”. Del PP ha dicho que “a la corrupción financiera y a la política, la derecha suma la corrupción democrática. Minan la convivencia, polarizan la sociedad y degradan la vida pública”. A qué espera para pincharles el teléfono.