Opinión

La Guerra de los Seis Días

Hoy 5 de junio se cumplen 55 años del comienzo de la contienda que ha pasado a la Historia como «La Guerra de los Seis Días». En la madrugada de tal día como hoy, la aviación israelí volando a baja cota para evitar los radares egipcios, desencadenó un ataque masivo que les pilló desprevenidos y destruyó en tierra el 90% de su fuerza aérea. Las semanas previas, Gamal Abdel Nasser, líder de Egipto, del panarabismo político y de los «países no alineados», había movilizado su ejército y arengado a sus ciudadanos y al mundo árabe a una guerra de aniquilación del Estado de Israel, que sería arrasado y sus habitantes expulsados al mar. Los vecinos países de Israel, Jordania y Siria, secundaron su llamamiento con el apoyo de Irak, Líbano y los países del Golfo. Se enfrentaban 100 millones de árabes a 2,5 millones de judíos, en un combate que la opinión pública mundial daba por perdido para los israelíes.

La aviación israelí y las divisiones acorazadas dirigidas por el General Moshe Dayan –que surgiría como una gran figura nacional y militar– destruyeron en una operación relámpago las divisiones egipcias desplegadas en la península del Sinaí, de donde habían obligado a salir a las fuerzas de paz de la ONU que estaban allí desde 1957, tras finalizar la guerra por obtener el Canal de Suez.

El tercer día de la guerra, el 7 de junio, tras cruenta batalla contra la legión árabe jordana, el ejército se anexionaba el Jerusalén histórico, siendo hoy la «capital eterna de Israel». Tras derrotar a los sirios y arrebatarles los Altos del Golán, el 10 de junio, sexto día de la guerra, con los israelíes a 101 km de El Cairo y a la mitad de Damasco, se acordó un alto el fuego. La magnitud de la derrota árabe y de la victoria israelí sorprendió al mundo, y marcó un punto de inflexión en la situación geopolítica en esa convulsa zona de Oriente Próximo.

Cinco días antes de desencadenarse la guerra árabe-israelí, el canónigo de la Catedral de Zamora Benjamín Martín Sánchez, publicó un artículo en el periódico local en el que, con fundamento sólido en la Sagrada Escritura, afirmaba que en esa guerra «David volvería a derrotar al árabe Goliat». Si en un primer momento la crítica fue del escepticismo a la descalificación, en diez días sería analizado como profético por propios y extraños. Ante la impresión causada, tres meses después publicó un sencillo librito intitulado «Israel y las profecías», que ya cuenta con varias ediciones. Aconsejable su lectura para los convulsos tiempos actuales.