Política exterior

Silencio alrededor del problema de Gibraltar

En la campaña electoral de Andalucía, nada se proclama sobre la posible existencia de una negociación, en el sentido militar, financiero y de Derecho Internacional, de Madrid con Londres

Como señala en su autobiografía Hayek sobre Hayek. Un diálogo autobiográfico, (Unión Editorial, Madrid 2010), en su vida de exiliado, recibió la posibilidad de aceptar un contrato, económicamente muy alto, para resolver un problema británico que había surgido en Gibraltar. En aquellos momentos, en Londres preocupaba el estallido de un conflicto social en el Peñón, debido a la diferencia de salarios que existía en los estibadores de su puerto. Fundamentalmente, estos procedían de zonas andaluzas -recordemos la fecha, 1944 y 1945- de bajísimos niveles de renta e, incluso, de hambre agravado por el latifundismo muy abandonado empresarialmente, en el Campo de Gibraltar. Por lo tanto, trabajaban en el puerto con unos salarios ínfimos. Pero, simultáneamente, llegaban de Inglaterra estibadores vinculados con diversas empresas de transporte marítimo, que cobraban bastante más. Por eso, se encargó a Hayek, ante las reivindicaciones de España -recuérdese la obra de Castiella y Areilza-, y la preocupación del Gobierno de Londres, para que se trasladase a Gibraltar y formulase un serio dictamen que resolviera definitivamente la cuestión.

Hayek residió seis semanas allí. De su dictamen se derivó la decisión de crear en el Peñón una radical economía libre de mercado, con extraordinarias rebajas fiscales y complementos de Derecho Mercantil que atrajesen centros financieros variadísimos, incluyendo los españoles y, como derivación, el nacimiento de un área de servicios notable que pasó a ofrecer altísimas remuneraciones a británicos, a extranjeros variados y, naturalmente, a españoles de la zona. Evidentemente, aunque continuaron existiendo diferencias salariales y de otras rentas, Londres consideró el problema resuelto.

Posteriormente, gracias a la ayuda económica norteamericana y la conjunta decisión de tres políticos europeos, Adenauer, Schuman y De Gásperi, nació el Mercado Común Europeo, donde existían -recordemos, por ejemplo, las polémicas en relación con Luxemburgo- disposiciones jurídicas financieras dispares. El Reino Unido se mantuvo aparte de esta marcha, durante mucho tiempo, quedando al margen, Gibraltar, de planteamientos europeos.

Con la Guerra Fría, Gibraltar se convirtió en un punto clave para frenar, por vía marítima, el avance soviético sobre los Balcanes, el ataque hacia Grecia, la amenaza a Italia por Tito y la existencia de la bomba atómica. Inglaterra asumió las posibilidades de su empleo, iniciadas por Estados Unidos, y Gibraltar se convirtió en una base aeronaval muy importante, donde aparecían, cuando lo decidía Londres, submarinos con armamento nuclear.

Nada de esto afectaba al planteamiento derivado del modelo de Hayek; pero hubo dos consecuencias. La primera fue la decisión británica de incorporarse a la UE. Por ello, esa estructura gibraltareña financiera tuvo que aceptar condiciones comunitarias, y, en conjunto, realmente lo logró. La segunda, dado el creciente desarrollo económico europeo, fue el floreciente tráfico en el Mediterráneo, con el que surgieron posibilidades enormes, facilitadas por la naturaleza, para la espléndida Bahía de Algeciras. Desde un punto de vista de la teoría económica de la localización, parecía lógico que ahí surgiese un foco industrial extraordinario que proyectase un gran desarrollo económico, sobre todo en las provincias de Cádiz, Sevilla y Málaga.

Pero nada de esto ocurrió, pues, en cualquier Manual de la teoría de la localización, se indica la huida de inversiones industriales en localidades con bases militares, terrestres o marítimas, que era más fuerte todavía, si había riesgo derivado del armamento nuclear.

En principio, debido al mundo financiero, se logró una realidad económica que daba lugar a un PIB por habitante como si se estuviese en los Estados Unidos. Pero ese statu quo, con el Brexit, se esfumó, a pesar de que los gibraltareños votaron, casi en un 100%, en favor del mantenimiento del Reino Unido en la UE.

Así nació una nueva situación. Al estar España en la UE, es obligada, en los acuerdos con Londres, a señalar frenos a la estructura financiera del Peñón; a eliminar bastante su base militar y, al mismo tiempo, lograr la solución del problema de las aguas territoriales de la Bahía de Algeciras, raíz de un fruto peligrosísimo: la llegada, desde el Norte de África, de drogas de todo tipo, mercado que España exigiría liquidar, con la compensación de que allí naciese, además, el referido centro de tráfico marítimo y potente industria, siendo Gibraltar un punto europeo con especiales condiciones financieras.

Lo asombroso es que, de esto, nada parece plantearse por el actual Gobierno español. Concretamente, en la presente campaña electoral de Andalucía, nada se proclama sobre la posible existencia de una negociación, en el sentido militar, financiero y de Derecho Internacional, de Madrid con Londres. Yo, al menos, estoy bastante asombrado de este abandono por nuestra actual política exterior, dando la impresión de olvidar dónde se encuentra la base de un posible e impresionante desarrollo económico para Andalucía.