
El trípode
«Presimiente y doctor»
Es preciso, por ser una exigencia ética incuestionable, que el verbo «dimitir» vuelva a conjugarse en la política en España, y que mentir sea incompatible con el ejercicio de responsabilidades públicas
Merece ser destacado el caso de Noelia Núñez, –joven diputada del Congreso y de la cúpula política del PP nacional con Alberto Núñez Feijóo–, que ha dimitido de todas sus responsabilidades políticas, tanto institucionales como en el Partido. Por ser un ejemplo, ya que la causa de su dimisión es una situación demasiado presente en la política en España. El ejemplo que ha dado con su total renuncia merece ser reconocido como digno de respeto, teniendo presente, además, que con su juventud de 33 años, tenía por delante –y hay motivos para esperar que vuelva a tener otra oportunidad– una exitosa trayectoria política. «En política no basta con pedir perdón, hay que asumir responsabilidades políticas», es una frase que ella ha destacado, y cuya autoría corresponde nada menos que a Sánchez, el «presimiente» –como gusta calificarle Javier León de la Riva, magnífico antecesor de Óscar Puente en la alcaldía de Valladolid. Y, por cierto, el ahora ministro de Transportes, tan locuaz en las redes sociales salvo para dar explicaciones de los «apagones» ferroviarios, podía tomar ejemplo de la ya exdiputada nacional, puesto que su propio «máster» es un invento para engañar, pese a sus presuntas explicaciones al respecto. En cuanto al caso de Sánchez, es paradigmático, ya que lo afirmó en sede parlamentaria y de manera contundente contra el presidente Mariano Rajoy desde la tribuna del Congreso. Lo dijo, –acusándole por su responsabilidad en determinados nombramientos en el PP–, quien nombró a Cerdán, Ábalos, Koldo y al Fiscal General y tiene a su mujer y su hermano, todos ellos bajo investigación judicial. Los currículos vitae de no pocos cargos políticos están siendo debidamente corregidos apresuradamente para no tener que imitar a Noelia Núñez, destacando la «plurinacional y progresista» Yolanda Díaz, que se permite decir que exigir titulación universitaria para ser política «es clasista», y que desearía ver a «albañiles y a fregadoras de platos» como ministras. No, señora vicepresidenta y ministra: ¡Lo que se exige ante todo es no mentir ni pretender engañar con «verdades a medias»! Y por supuesto, ser competente y con la formación adecuada para asumir la responsabilidad pública encomendada. Y en cuanto a Patxi López, que «estudió ingeniería industrial», más de lo mismo. Todos ellos dignos émulos de su líder supremo, gran «doctor presimiente». Es preciso, por ser una exigencia ética incuestionable, que el verbo «dimitir» vuelva a conjugarse en la política en España, y que mentir (descaradamente o mediante subterfugios) sea incompatible con el ejercicio de responsabilidades públicas. Lo que representa dar por acabado y sepultado en el sumidero de la Historia al sanchismo como una manera de actuar en la política.
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