Política

Quien ha perdido es Sánchez

Con Moreno y Feijóo sube la moral de victoria y baja el griterío

Andalucía ha sido siempre anticipadora. En las pasadas autonómicas nos sorprendió con VOX, y ahora con la mega-mayoría de Juanma Moreno, ganada a pulso por este malagueño templado que ha convertido en azul el mapa entero de la Autonomía más grande y poblada de España. Moreno ha arrollado con su talante noble, abierto al diálogo, exponente del mejor espíritu de lo que fue un día la Transición. Ha arrasado, sin paliativos, sobre la base de tres elementos coincidentes: su gestión económica, el cambio en el PP y el desastre de Sánchez.

Su gestión, porque el presidente de la Junta ha sabido llevar a Andalucía los criterios del rigor contable y liberalismo económico con los que el PP ha gobernado territorios como Galicia y Madrid. La gente no cae en lo importante que es tener las cuentas saneadas hasta que el despilfarro, la deuda y la inflación entran en nuestros bolsillos. Galicia es la Comunidad con los números más equilibrados. Madrid, a su vez, ha despuntado por sus bajos impuestos y por facilitar el emprendimiento empresarial. Ambas cuestiones han sido compendiadas por Moreno trasladando a la gente la idea de que el cambio es posible cobrando menos por sucesiones, donaciones, patrimonio y otros gravámenes que traían de cabeza a los andaluces. Menos impuestos, más facilidades para emprender, menos gasto y más gestión.

Punto dos: el PP. Moreno Bonilla ha ganado por sí mismo, pero cabe preguntarse si con Casado este resultado se hubiera producido igual. La respuesta es no. En los estertores del teo-casadismo los sondeos mostraban un VOX disparado y un Partido Popular rampante. Con Feijóo ha cambiado todo. Lo primero, la moral de victoria, creerse de verdad que las mayorías absolutas son posibles, la tranquilidad interna y saber transmitir al exterior la idea de que se puede gobernar con seriedad, sin estridencias, sin extremismos, haciendo esfuerzos por conseguir acuerdos incluso con tus adversarios. Ese clima nuevo es ya hoy tendencia y realidad en una España hastiada de griterío y trincheras.

Punto tres, Sánchez. Ha perdido Espadas, sí, porque era un desconocido sin carisma ni discurso. Pero quien ha perdido en verdad es el presidente del Gobierno. No sólo porque apostó por Espadas frente a Susana Díaz, que hubiera sido casi lo mismo, sino porque Andalucía vota siempre con sentido de España. Caer en las ocho provincias, quedar fuera de juego en todas las capitales, ser desbancado por vez primera en Sevilla y hasta en la histórica Dos Hermanas, es lo más parecido a un naufragio. Cuarenta años de socialismo andaluz echados por la borda.

Sabido es que en Andalucía ganaban Chávez, Griñán, Borbolla o Escuredo. Pero en realidad los que vencían siempre eran Felipe, Guerra y una estructura rocosa de partido que frenaba cualquier marea. Eso se ha diluido, y no por obra de Espadas sino por la política frentista de Sánchez. Por los pactos con el podemismo, el separatismo y los bildutarras. Por no haber sabido aprovechar el maná europeo. Por la política de hostigamiento impositivo a autónomos y empresas. Por tanto marketing vacío, tanto maquillar el paro, tanta deuda y tanta inflación. Porque los sueldos no dan ya para nada.

Ha ganado Moreno y con él Feijóo, pero el que ha perdido de verdad es Sánchez.