Opinión

Ley «Trans»: Autodeterminación y vida social

La reunión de la Cumbre atlántica en Madrid concita tanta atención que apenas parece haber espacio para comentar otras noticias de alcance que el gobierno produce. Es así porque la vida sigue al margen de la OTAN, lo que motivó que el Consejo de Ministros se adelantara al lunes en lugar del habitual martes que innovó Sánchez, puesto que hasta su llegada el viernes era la fecha establecida durante décadas y por todos los gobiernos. El caso es que la habitual rueda de prensa posterior ocasionó dos noticias en una, cuando la ministra de Igualdad –más propiamente ministra de la ideología de genero lgtbiq–, preguntada reiteradamente por las palabras de Sánchez sobre lo sucedido en Melilla, se lo impidió la ministra portavoz. Pese a ello la ministra Montero vivió un día grande, ya que el Consejo dio luz verde a su proyecto estrella, la Ley «Trans», tras dieciocho meses paralizado por diferencias políticas, además de técnicas, en el seno del ejecutivo. Mucha tinta y mucho debate va a provocar esta proyecto y con razón, dada la materia que regula y cómo pretende hacerlo ya que afecta a la propia condición, naturaleza y en definitiva a la propia persona humana, Sentado el presunto principio de que todo ser humano tiene derecho a ejercer el derecho a la autodeterminación sobre lo que quiere ser –hombre, mujer etc.– en función de su deseo u orientación sexual, se regula el procedimiento para conseguirlo civilmente en función de la edad del individuo. Para el gobierno se podrá cambiar el sexo registral entre los 12 y 14 años con autorización judicial, entre los 14 y 16 con el de sus representantes legales y a partir de los 16 con total libertad. Basta considerar que a esa edad en España no se puede votar, ni se puede adquirir alcohol o tabaco , ni se pueden conducir automóviles, ni participar en juegos de azar, por ejemplo, para darse cuenta de la gravedad de tal decisión. Ello sin considerar otras consecuencias colaterales derivadas de vivir en sociedad y que se proyectan en todas las dimensiones de la vida. El caso del deporte es conocido, y podemos añadir otros, como el acceso a los vestuarios, aseos públicos o comunitarios, etc. No es menor lo que afecta a la igualdad ante la ley…con penas distintas según sea el delito y el sexo del delincuente, y el cumplimiento de la pena en un centro penitenciario en función del sexo.. El ser humano es un ser social, lo que cuando menos legitima una limitación de ese presunto derecho absoluto de autodeterminación individual. La vida en sociedad tiene exigencias para todos y todas. Y todes.