Política
Sánchez: ¿a qué esperas para echar a Calviño?
El panorama es para salir corriendo porque con este Gobierno todo lo que puede salir mal, sale peor
Nos vendieron a Nadia Calviño poco menos que como la reencarnación de Keynes, el padre del estatismo moderno, el catedrático de Cambridge que apostaba por gastar como si no hubiera un mañana para paliar los shocks que, según él, genera el sector privado. Sus recetas tuvieron notable éxito en tiempos de posguerra, cuando había que reconstruirlo todo, pero se han demostrado un error superlativo en tiempos de paz. Tan cierto es que el currículum de la vicepresidenta económica resulta envidiable, es técnico comercial del Estado, como que en términos prácticos se trata del mayor fiasco de un Gobierno atestado de incompetentes. Y no me vale la milonga ésa de que le tocó bailar con el más feo, el Covid, porque el virus chino lo ha padecido el mundo entero. El dato de inflación conocido el miércoles pone los pelos de punta en singular y en plural. En singular porque esa salvajada del 10,2% significa que a nuestro sueldo los españoles habremos de restarle ese mismo porcentaje, vamos, que seremos un 10,2% más pobres sin comerlo ni beberlo. En plural porque somos de largo los peores de esa clase de alumnos aventajados que componen los grandes países de la zona euro: los precios suben en Francia a un ritmo del 5,8%, en Alemania a un 7,6% y en Italia a un 6,9%. Todos ellos a años luz de la más torpe de la clase que es la España de Sánchez. La preocupación se incrementa exponencialmente si tenemos en cuenta que la gran referencia comunitaria, Alemania, que se aproximaba a España, se ha despegado pero a la baja: del 7,9% de mayo ha pasado al 7,6% en junio. Al sanchismo ya no le queda ni el triste consuelo de la comparación con los germanos para dar a entender que en realidad las cosas no van tan mal. Item más: nosotros hemos pasado del 8,7% al 10,2%. Y eso que nos vendieron que lo de la excepción ibérica del gas hundiría la factura de la luz «un 16,5%». Lejos de caer, el importe de la electricidad continúa engordando ajeno a los cuentos chinos que nos largaron Calviño y el propio Sánchez. La bonificación de los carburantes tampoco ha servido para nada porque abonamos la gasolina más cara de la historia. Y de la cesta de la compra qué quieren que les diga que ustedes no sepan: si comparamos los tickets de este año con los del anterior certificaremos que apoquinamos entre un 30% y un 40% más de media por los alimentos básicos. El panorama es para salir corriendo porque con este Gobierno todo lo que puede salir mal, sale peor. Las cifras de crecimiento son igualmente escalofriantes. El PIB aumentó un mísero 0,2% en el primer trimestre, lo que significa que en el conjunto del año estaremos en torno a un 1% o un 1,5%, un 2% o un 3% si Adolf Putin para la maldita invasión de Ucrania. No más. Les recuerdo que el bluff de Nadia Calviño pronosticó un 7% de subida del PIB para este año, luego lo fue recortando sucesivamente hasta situarlo en el 4,3%. Somos el único de los 19 estados de la zona euro que aún no ha recuperado el PIB prepandemia. Mi tesis es que Calviño es una inútil aunque, visto lo visto, no descarto que tenga gafe. Sea lo uno, lo otro o las dos cosas a la vez no puede seguir un minuto más en el Ejecutivo. Y encima da trato vip desde el Ministerio a su marido. Tú verás, Sánchez, con ella vas directito al abismo. El problema es que nos llevas a todos de la manita.
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