Economía
La polémica sobre el cambio climático
Las excesivas inversiones en energía renovables pueden llegar a crear considerables riesgos financieros
Poco a poco la cuestión del cambio climático comienza a adquirir caracteres adecuados. Porque había surgido recientemente en España, con pretensiones científicas evidentes, la siguiente tesis planteada por José Ramón Ferranis Muñoz, en el libro Crimen de Estado (Unión Editorial, Madrid, 2022), donde concluye, en la pag. 523: «La verdad en el caso del gigantesco movimiento contra las emisiones occidentales de CO2 es precisamente que el CO2 , sea natural o antropogénico, no es responsable del incremento de temperatura que se ha observado desde hace un siglo aproximadamente. No lo es en absoluto. Lo que está detrás de la escena es un intento coordinado, desde la ONU, de destrozar la economía de mercado y sustituirla por una versión socialista, auspiciada por ese mismo organismo supranacional».
La réplica, desde el punto de vista científico, acaba de llegar a España, con la aportación ofrecida en un trabajo titulado Economía y Finanzas del cambio Climático, expuesta en el Instituto de España el 8 de junio de 2022 por el eminente catedrático de econometría en Métodos Estadísticos de la Universidad Complutense, Ingeniero Aeronáutico con Premio extraordinario por la Universidad Politécnica de Madrid, y Premio de Economía Rey de España, en 2012, Jaime Terceiro Lomba. Considero que es necesario señalar, para que la opinión pública reaccione adecuadamente, algunos de los puntos recientes del trabajo de este profesor.
La cuestión es fundamental porque, como señalaba recientemente el gran economista Friedman, «las grandes compañías de energías fósiles occidentales están siguiendo la misma estrategia que en crisis energéticas anteriores. Esto es, asumiendo el relato de la gravedad del proceso de cambio climático; mas, a la vez, tomando todo tipo de decisiones corporativas conducentes a la construcción de infraestructuras de energía fósil, para así poder utilizar las inmensas reservas de combustibles fósiles que tienen en el activo de sus balances, y cuya explotación es incompatible con los acuerdos alcanzados en la Conferencia de París de 2015, sobre el Cambio Climático». Esta generación forzosa de una economía del Cambio Climático es, precisamente, lo que expone el profesor Terceiro, señalando, a fondo, las características de la «Economía del Cambio Climático», cuyo centro se encuentra en estas palabras: «los intereses de las energías fósiles han estado mejor representados, no sólo en los gobiernos, sino también en los medios de comunicación, ya que la opinión pública tiene una idea exagerada sobre la cifra de subvención a las energías renovables, cuando hay que advertir que no alcanza ni la mitad de la que reciben las energías fósiles, de forma explícita»; añadiendo que, para afrontar el problema, «la solución es bien conocida: hay que fijar un precio a cada unidad de CO2 que se emita», postura que el propio Terceiro ya señalaba en su artículo Transición Energética y Sistema financiero, publicado en Revista de estabilidad Financiera, 2019. Nos cuenta cómo el precio de los gases de efecto invernadero, o sea los peligrosos, crea problemas técnicos importantes y que, naturalmente, «las políticas públicas tienen que desempeñar un papel determinante en la transición energética … por ejemplo, evitando extender la vida de viejas tecnologías de combustibles fósiles en mercados ya más regulados, con el propósito de dificultar la entrada a las tecnologías del futuro, (que) hace forzoso vincular estos problemas energético ambientales, con la conducta adecuada del sistema financiero». Son muy interesantes las referencias que hace a un trabajo de Jean Tirole, titulado Economics for the Common (2017), en donde señala, entre otras cosas, que «las excesivas inversiones en energía renovables pueden llegar a crear considerables riesgos financieros, por ejemplo, por sobreinversiones en energías renovables».
Es muy interesante la solución que ofrece de fijar un precio, para las emisiones de GEI, suficientemente alto para que el mercado reasigne por sí mismo las inversiones en otro tipo de industrias menos contaminantes. Los votantes pueden, legítimamente, estar en desacuerdo sobre determinadas políticas, pero lo que no se puede cuestionar es el verdadero impacto que al final alcanzan.
Y este papel central del sistema financiero convierte a los Bancos en «Asesores fiables para encauzar, no solo la inversión pública, sino también, en la privada, a los diferentes sectores económicos, ayudando a las empresas a escoger entre opciones que no siempre tienen a su alcance, especialmente en España», pues basta recordar el peso que aquí existe de las pymes.
Todo esto plantea una serie grande de interrogaciones, a causa de «las dificultades que este tipo de compañías están poniendo a una verdadera transición energética», y por ello, el profesor Terceiro recuerda las palabras del novelista Upton Sinclair: «Es difícil hacer que un hombre entienda algo, cuando su salario depende de que no lo entienda». Así se explica parte de la oposición que reina entorno a la cuestión del cambio climático y su solución adecuada.
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