cumbre de la OTAN

Vacaciones sin dinero

Mucha foto con Biden y su cortejo, pero en economía, suspenso

Hombre, la Cumbre muy bien en lo que se refiere a la organización y brillo del Prado, el Palacio Real, nuestros cocineros y el Rey de España. Sánchez levitaba en las fotos con Biden, al que ha dado gratis todo lo que ha pedido: más destructores en Rota y subir al dos por ciento el presupuesto de Defensa. La contrapartida es ninguna, salvo que él aspire al cargo de secretario general de la OTAN. La Alianza es estupenda para los militares, porque están internacionalizados. El pero es que no garantiza algo que es fundamental para España: la estabilidad de la frontera sur. Pagar mucho dinero por la seguridad de Letonia y Lituania está bien si a cambio tenemos blindadas Ceuta y Melilla, cosa que no ocurre, por mucho que Albares diga lo contrario. Stoltenberg, actual jefe de la NATO y ex empleado de Bill Gates en la Fundación Gavi, lo dijo el otro día con claridad en off a la Prensa: la defensa de Ceuta y Melilla es una decisión política que requiere la unanimidad de las 30 naciones que forman parte del Consejo Atlántico. Por la razón obvia de que son territorios que no están ni en América ni en Europa, como menciona el Tratado, sino en el norte de África. Y porque, además, el eventual conflicto sería con Marruecos, socio preferente al que EE.UU no se va a enfrentar, por mucho que Sánchez ceda soberanía en Rota y de más dinero para el emporio militar.

De modo que, imagen y Prado al margen, el rédito de la Cumbre es ninguno. Cedemos sin nada a cambio. Con la desgracia que tras el baño de telediarios volvemos a la realidad de la gente en el Metro hablando de como este año vamos a tener que reducir las vacaciones porque los sueldos no dan para nada. La inflación, desbocada, se ha comido ya los 20 céntimos de la gasolina, que ayer se pagaba a 2,11 euros el litro (2,6 el diésel), y porque el tope del gas no ha impedido que la luz suba otro 22 por ciento, llegando su precio a los 255 euros el kilovatio/hora.

Mucha foto con Biden y su cortejo de monaguillos, pero en economía, suspenso. Nuestros parámetros se parecen cada vez más a los de Zambia. Encabezamos los ránkings de inflación, deuda pública, paro y subida de impuestos, y estamos a la cola en ahorro y ayuda a las empresas, a las que pide Sánchez que suban los salarios y reduzcan beneficios. Perfecto, pero igual debería reducir beneficios también el Estado, que lleva recaudados 22.000 millones de más por la inflación. Con ese dinero podríamos aliviar a las economías familiares, permitiendo al menos que la gente pueda disfrutar de unas merecidas vacaciones tras dos años de pandemia. Pero eso no, porque el Gobierno necesita recaudar más para el gasto político en Ministerios, Autonomías, Observatorios, Asesorías, subvenciones o viajes oficiales como el de Irene Montero con su pandi a Nueva York, en Falcon gratis para ir a un sarao sobre la cosa de género.

La clase media española sin dinero para el verano, y ellas, ellos y elles recorriendo el mundo en sus airplanes. Que no son como los nuestros. Porque los suyos, como el de Biden, no contaminan. Suerte que tienen.