Política

Opinión no es periodismo

Me incomoda ese concepto perverso de que opinar sobre política es hacer política

Me dicen que hay una ministra ambiciosa y pintona que lleva las planchas del pelo en el bolso para irse maqueando en el coche oficial. Me lo dicen, pero no lo certifican, con lo que me queda la duda de si es o no cierto. Pero estará usted conmigo, amable lector o lectora, que verosímil es. Y además todos estamos pensando en la misma. La diferencia entre certeza y certidumbre a efectos de un relato que se pretende real, es la que hay entre el rigor y la frivolidad. Riguroso es contar lo que se sabe, frívolo soltar lo que se cree. Como equipaje informativo, esto es el asar la manteca del periodismo: si la metes en fuego, se derrite, no hace falta experimentarlo, a nadie se le ocurre. Informar es contar lo que hay y se sabe. Vender una sospecha o una intuición, hasta algo que se da por cierto pero no se ha comprobado, es una praxis condenable en cualquier circunstancia. NO es periodismo, es cotilleo y banalización de lo que se cuenta. La obligación del periodista es informar con datos y su compromiso mantener la tensión sobre la noticia para seguir sus consecuencias de la misma forma que debería asomarse a sus antecedentes.

Eso es el buen oficio.

Toda esta introducción sobre lo obvio se entenderá si le pongo la lupa en estas líneas sobre una reciente disputa radiofónica que el abajo firmante mantuvo hace dos días en una entrevista con el portavoz de Podemos Pablo Echenique. No suelo debatir con los entrevistados, pero en esta ocasión sacó a relucir el invitado una supuesta manipulación de unas palabras de Irene Montero, aclarada en la entrevista, para a partir de ahí iniciar una insólita y nada velada crítica al derecho a opinar de los medios de comunicación. Según Echenique, al reflexionar y extraer conclusiones sobre la vida pública, los medios de comunicación estamos haciendo política. ¿Y el derecho a la opinión?, se le rebatía, claro que lo tienen, era su respuesta, pero no por eso están dejando de hacer política…y no han sido elegidos democráticamente. O sea, que tenemos derecho a opinar, pero estamos en inferioridad moral por el hecho de no haber sido elegidos democráticamente. Sugerir puntos de vista a los oyentes o los lectores no es ejercer el periodismo sino hacer política. O, como mucho, hacer política ejerciendo el periodismo.

Es clara la diferencia entre informar y opinar, y es de rigor, exigencia moral y profesional, no hurtar al público lo que es un relato informativo y una opinión editorial. Pero poner en duda, como hace Podemos, el papel social de los medios de comunicación como formadores de opinión, se me antoja una visión de la realidad limitada y limitante. O ambas a la vez.

Respeto personal y políticamente al señor Echenique aunque discrepe con él en casi todo –le adorna un envidiable sentido del humor y eso siempre es una virtud encomiable, más en política–, pero me incomoda enormemente ese concepto perverso de que opinar sobre política es hacer política y por tanto es más fundamentada la opinión de quienes tienen la autoridad moral de la representatividad. Eso es una pendiente muy peligrosa. Porque justificaría que un poder democráticamente elegido supervisase mediante, por ejemplo, un comisario designado por el parlamento, lo que se dice y escribe en los medios de comunicación. Que piense así un partido de gobierno es para echarse a temblar.