Reino Unido

Persistente

Esta época infame ha puesto «líderes» al mando de naciones antaño grandes que se parecen más a Benny Hill que a Churchill.

Adiós, rubio platino tono starlet, look «alumno de Eton en bici». ¡Ojalá cunda el ejemplo! Los «tories» expulsan a patadas a sus líderes. Primero fue Cameron (¿quién es ese…?), luego Teresa May, ahora Boris…, que ha trabajado duro para demostrar que la incompetencia puede ser casi primorosa cuando se ejerce «el mejor trabajo del mundo», que es mandar sobre todo el mundo, con tus hormonas despendoladas tras una noche de juerga. Cual anuncio de champú Johnson en TikTok, Boris –no sesera, sino cabellera inefable–, evidencia que la derecha también puede ser antisistema, poco seria, infiltrada. Si el heteropatriarcado se hubiese propuesto diseñar líderes que destrozaran su imagen tras milenios de hegemonía po*vieja, no hubiese superado jamás a ciertos rubios oxigenados anglos, uno maquillado con más pintura que una puerta de burdel y el otro de palabra tan fiable como la letra de un reguetón. Trump y Boris han perjudicado la democracia y a la derecha ideológica, constatando que la frivolidad y el cachondeo no deberían administrar ningún Estado. Gobernar no puede ser un juego de strip poker. Esta época infame ha puesto «líderes» al mando de naciones antaño grandes que se parecen más a Benny Hill que a Churchill. Boris, rodeado de colaboradores rijosos, chupicompi de Farage (promotor del Brexit: 20 años viviendo a costa de la UE y terminó dinamitándola), ha sido el brazo tonto de un Brexit que perjudica al Reino Unido. (Dime con quién andas…). ¿Alguien azuzó el Brexit?, ¿se manipuló a la opinión pública en aquel referéndum inenarrable…? Quién sabe. Sí consta que Boris estaba allí. De «la oportunidad gloriosa» que mencionó con vehemencia entre efluvios de botellón pijo, a los supermercados semivacíos y la falta de camioneros, Boris ha conducido a los británicos hasta la sala de Urgencias internacional. Ahora, el país padece un «Brexit persistente», que es el coronavirus político anglosajón. Lo más sensato que ha hecho Johnson fue admirar los culitos rellenos que pintaba Rubens y que nuestro (enorme, excelso) Museo del Prado atesora. Para que luego digan que si la leyenda negra española. Y tal…