Gobierno de España

Sánchez y los coros de Nabucco

«Con el proyecto de ley de Memoria Democrática, que es un bodrio histórico y jurídico, el coro sanchista se ha superado»

Cuando era joven y vivía en Barcelona me gustaba ir al Liceo. La ópera es maravillosa, pero ahora no puedo disfrutar de esos pequeños placeres de la vida. No me quejo. Todo el mundo conoce «Nabucco», la genial obra surgida del talento de Verdi. Es fácil recordar sus famosos coros. Cuando escucho o leo a la izquierda política y mediática no puedo por menos que encontrarle un paralelismo con los corifeos gubernamentales. El centro derecha siempre se equivoca a la hora de valorar al rival. Sánchez ha conseguido una fidelidad en los sanchistas y neosanchistas que envidiaría cualquier rey de Babilonia. Estos días lo hemos visto con la valoración del debate y las pintorescas medidas anunciadas sin que exista ningún documento que explique el mecanismo recaudatorio o en qué se basa para establecer la cifra anunciada. En este caso sucede lo mismo que con los Presupuestos y la ejecución presupuestaria. Nunca coinciden, pero lo único importante es la propaganda. Con el proyecto de ley de Memoria Democrática, que es un bodrio histórico y jurídico, el coro sanchista se ha superado. Lo hace tan bien en su ofensiva que el Teatro Real, el Liceo, la Scala, el Metropolitan, el Royal Opera House o La Fenice hubieran estallado con gritos y aplausos ante un talento tan desbordante.

El primer hito de estos «expertos» es que un demócrata tiene que apoyarla, porque quien no lo haga, evidentemente, no lo es. Es una auténtica chorrada hija del fanatismo y sectarismo de la izquierda. Estamos ante un texto innecesario y revanchista que es apoyado por los historiadores que todavía «adoran» la interpretación marxista de la Historia. Al igual que los viejos cronistas al servicio de los reyes o los entrañables historiadores decimonónicos, son más vasallos del poder que académicos preocupados por el rigor de las fuentes y la utilización de las técnicas científicas para explicar e interpretar los datos. Es la perniciosa historia de brocha gorda más propia de los ensayos políticos o la ficción. El otro hito es que se atreven a decir que los que no apoyan un proyecto que divide a los españoles es porque no se lo han leído. Bienvenidos sean estos nuevos censores que son juristas, historiadores y lo que convenga para poder formar parte de los coros monclovitas.