
Opinión
Otro cisma alemán
Alemania lleva en su código genético muchas y relevantes virtudes, pero como somos «viatores» en este valle de lágrimas, no ha alcanzado todavía la perfección y posee algunas características no tan admirables. De Prusia ha heredado el militarismo del que Europa tiene sobrada experiencia, en especial su vecina Francia. Solo por referirnos a esto último, buena muestra de ello son la guerra franco prusiana de 1870 y las dos mundiales del pasado siglo.
En el ámbito religioso, el gran cisma de la Cristiandad tuvo como protagonista en 1517 a su compatriota Lutero, y desde entonces hasta final del siglo XVII, las guerras de religión asolaron el continente europeo. La monarquía Católica de España fue la abanderada de la oposición al cisma –la llamada «Contrarreforma», que habría que denominar mejor «Contracisma»– desangrándose literalmente en ese combate.
Ahora parece que un sector no menor de la Iglesia Católica en Alemania quiere volver a las andadas con un Sínodo que ha presentado unas conclusiones que resultan llamativas, pues todo lo que proponen ya lo tienen a su alcance con multitud de comunidades eclesiales hijas de la reforma-cisma protestante. En lugar de concebir la Iglesia fundada por Jesucristo como Él quiso, como luz para iluminar las tinieblas mundanas y sal que impide su corrupción, quieren una Iglesia que se adapte al mundo, mundanizada. Proponen un cambio radical en la moral cristiana, en la concepción del matrimonio, en la familia, el celibato sacerdotal, el sacerdocio femenino, la homosexualidad, etc. que, de hecho, significaría asumir la ideología de género.
El jueves pasado, en una ambigua declaración sin ninguna firma, la Santa Sede ha puntualizado varías cuestiones del documento, afirmando que los cambios en la doctrina que se proponen deben ser aprobados por la Iglesia Católica universal para aceptarse. ¿Significa que si una mayoría de iglesias particulares apoya esas conclusiones, la Iglesia Católica las aceptaría? Sin duda esta pregunta abre inquietantes interrogantes a la vista del próximo «Sínodo de la Sinodalidad» que se celebrará en octubre en Roma.
Apenas unas horas después de la declaración de la Santa Sede, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana y una laica copresidenta del Sínodo, han contestado expresando su «sorpresa, rechazo e irritación» por su contenido. La declaración vaticana advierte del riesgo de un cisma si se aplican esas conclusiones, pero lo hace con un margen de ambigüedad que igualmente ha sido criticado por los alemanes.
Las aguas del Rhin y las del Tíber están agitadas. Y ya se sabe que, a mar revuelta, ganancia de pescadores.
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