Política

El demiurgo de la Moncloa y todos sus enemigos favoritos

El líder del PSOE, seguro de que puede dar la vuelta a las encuestas –su historia le avala–, promete no ponerse de perfil

Balzac (1799-1850), el de «La comedia humana», que era un personaje extravagante y arrollador, pensaba que «donde no hay enemigo, no hay triunfo». Frank Sinatra (1915-1998), quizá por otros derroteros, llegó a la misma conclusión: «para tener éxito hay que tener amigos, pero para tener mucho éxito hay que tener enemigos». Pedro Sánchez, que ha cimentado gran parte de su carrera contra alguien –el aparato de su propio partido, Mariano Rajoy e incluso algunos de sus ex-colaboradores–, ha buscado y encontrado enemigos para recuperar resuello político. Primero los ha llamado «poderes ocultos» y luego les ha puesto nombre, nada menos que Ana Botín, banquera y presidenta del Santander, y también Ignacio Sánchez Galán, presidente de la eléctrica Iberdrola. No hace tanto, reclamaba su presencia como clá cuando organizaba un acto y antes incluso hablaba y se veía con ellos. Ahora, porque los bancos y las eléctricas no gozan de buena fama, arremete contra ellos y los señala como una especie de enemigos públicos antes de que Yolanda Díaz enarbole esa bandera demagógica.

Sánchez actuó ayer, en el fin del curso político, como una especie de demiurgo platónico de la Moncloa que traslada las ideas a la materia que forma el mundo real, su realidad. Todo eso le supone, como dijo, «un descomunal esfuerzo» que, para evitar atribuírselo, remite a la vaguedad de las Administraciones Públicas. Esfuerzo para «proteger» a la gente, para «movilizar» –el término no es casual– dinero, repartir las cargas de la crisis de la guerra de Putin y reducir la factura energética. También para controlar una inflación desbocada en el 10,8% –la mayor desde 1984– que sin sus trabajos «estaría en el 15%». Todo sin olvidar la reforma laboral, la educativa y la revalorización de las pensiones –diez millones de votantes– que dividirá a los españoles entre los que actualizarán sus ingresos con el IPC y los que no. Al lado de todo eso, los «doce trabajos de Hércules» son una broma, porque además el héroe mítico no tuvo enfrente –como Sánchez– un PP que le torpedea todo, ni «poderes oscuros», encarnados en Botín y Galán. El líder del PSOE, seguro de que puede dar la vuelta a las encuestas –su historia le avala–, promete no ponerse de perfil, no sin recordar todo lo que estaba mal «antes de que llegara al poder». «La sociedad abierta y sus enemigos» fue la gran crítica de Popper a Platón. Una lectura exigente para un verano en el que Sánchez ha encontrado enemigos para poder triunfar, como descubrieron Sinatra y Balzac. Y todo sin corbata, claro.