Opinión

En Madrid el problema se llama Sánchez

Moncloa se vuelve a equivocar con Díaz Ayuso. Cada vez que la madrileña saca los pies del tiesto, Sánchez arremete directamente contra ella. Esa estrategia de señalar un enemigo y confrontar contra él para polarizar las posiciones no ha sido rentable para el PSOE ni en Andalucía ni contra la propia Ayuso en ocasiones anteriores.

Moreno Bonilla se benefició del voto de muchos que ante el temor a que Vox tuviese fuerza suficiente como para entrar en el gobierno de la Junta, decidieron dar un “voto útil” al PP. Exactamente lo contrario de lo que pretendía Sánchez.

En Madrid, cometió el mismo error con Díaz Ayuso hace años. La guerra abierta con la madrileña durante la pandemia acerca de las restricciones y cierre de negocios, la convirtió en líderesa de la oposición pública a Sánchez, a la vez que en mártir del gobierno de coalición.

Sánchez creó, sin querer, un personaje político en donde no había nada. Díaz Ayuso ha construido un relato de sí misma sobre posiciones neoliberales y un toque de populismo, ambas cuestiones heredadas de Esperanza Aguirre, aunque con una estrategia de comunicación mejorada por Miguel Ángel Rodríguez.

Poco importa que la Comunidad de Madrid gestione inadecuadamente áreas tan sensibles como la sanitaria o el transporte porque ella cae bien a la gente y Sánchez mal y, en Madrid, la política y la simpatía siempre están por encima de la gestión.

Para rematar el dislate, el socialista decidió intervenir de manera estalinista el PSOE madrileño. Todos los candidatos y campañas desde 2015 han sido designados directamente por él. Gabilondo, Pepu Hernández o Franco son tres caras del mismo fracaso.

El balance es que el PSOE es tercera fuerza política en la región, cuarta en la capital y que, a nueve meses de las elecciones no hay candidatos a las dos principales instituciones.

La delegada del Gobierno, mano derecha de Simancas y favorita de Lastra, ha dejado de estar en las quinielas de Ferraz que se esforzará en que algún miembro del Consejo de Ministros baje a la arena electoral.

Por su parte, Lobato es el político más gris y anónimo que haya pasado por Madrid. Estaba bien para alcalde de un pequeño municipio, pero la región está fuera de sus posibilidades.

El problema es Sánchez, por el rechazo que le profesan los votantes madrileños, por los candidatos que ha ido imponiendo y por su estrategia de polarización con Ayuso.