
Editorial
Retrato desolador de la España sanchista
Los fontaneros, las cloacas y todos los personajes que dan nombre a los casos investigados son criaturas del sanchismo. Las elecciones son la única respuesta a la emergencia nacional

Si algo hemos aprendido en estos siete años de sanchismo, es que cualquier situación o escenario, cualquiera, es susceptible de ser empujado por el sumidero por otro todavía peor. También que la realidad supera toda la ficción imaginable, por demencial que parezca, cuando los tentáculos de esta administración andan de por medio. El capítulo de la fontanería mayor de Ferraz y Moncloa, encarnado en Leire Díez y sus compañeros togados en esas lides, ha inaugurado una fase más en el descrédito y la degradación del régimen caudillista que ocupa La Moncloa que ya había alcanzado cotas abisales. Ayer, asistimos a otro episodio chirigotesco del culebrón sobre la escandalera corrupta que afecta al entorno personal y político del presidente con la astracanada en la que se convirtió la comparecencia de Leire Díez y Víctor de Aldama como partenaire inesperado. La militante socialista, que presuponía haber dejado las cosas atadas en su visita a la sede del PSOE del día anterior en su rol de cortafuegos, despachó a los medios de comunicación la fábula conocida sobre su labor como periodista de investigación ajena por completo al partido, con la que ha revestido su protagonismo en los videos de las cloacas en acción. El monólogo, que se centró en exculpar al PSOE sin aceptar preguntas, ya era de sonrojo sin que el nexo corruptor Aldama lo reventara, pues el relato armado en los despachos socialistas en torno a un libro sobre conspiraciones de la derecha es, además de un insulto a la inteligencia, tan mediocre como grotesco, y muy poquita cosa como estrategia de defensa en cuanto el porvenir de Leire Díez se enrede en los tribunales. Que Aldama prendiera la traca final contra el teatrillo de la «escribidora de Ferraz» con otra entrega de amenazas refrenda hasta qué punto Moncloa ha perdido por completo el control del relato. Que el Gobierno y el partido se presentaran como víctimas de una campaña de guerra sucia urdida por el PP y Feijóo desnuda su desesperación y aquello que, como bien avisó Tarradellas, nunca se puede hacer en política, el ridículo. Lo que los españoles pudieron ver en directo respondió al patrón moral del sanchismo, que vertebra el desempeño de todos los personajes que ocupan el retablo de un tiempo oscuro, desalentador y sumamente peligroso para todos. Un patrón que reniega de la rectitud, la ética y la honorabilidad en la vida pública en una democracia que languidece. Hay, sí, un inconfundible estado de descomposición en este régimen que decidió hace tiempo sacrificar la democracia tal y como la conocimos en una deriva despótica con el único fin de salvar el poder y protegerse de la Justicia ante la corrupción que anega su mandato. Los fontaneros, las cloacas y todos los personajes que dan nombre a los casos investigados son criaturas del sanchismo. Las elecciones son la única respuesta a la emergencia nacional. Después, regeneración y justicia.
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